Arquitecturas tardías
El arte con relación a la arquitectura. La arquitectura con relación al arte. Si esta dialéctica productiva, contradictoria, entre campos o formas de conocimiento práctico que se aproximan e intersectan ha fructificado entre nosotros durante la última década, encuentra uno de sus más singulares antecesores en la persona de Valcárcel Medina (Murcia, 1937). La serie editorial y expositiva AA_arte y arquitectura, del MUSAC, lleva años contribuyendo a una discusión en tiempo real sobre la relación arte-arquitectura desde la institución Arte – toda una excepción en el generalmente conservador panorama estatal de centros de arte contemporáneo – por la que han pasado Apolonija Sustersic, Susana Velasco o Santiago Cirugeda, entre otros, y que ahora continúa en un cambio de ciclo para culminar con las Arquitecturas prematuras de Isidoro Valcárcel Medina (IVM). La carismática idiosincrasia de IVM, quien no necesita presentación, se ha ejercitado en un arte alejado de la pretenciosidad representativa de lo tendencioso, a través de un voluntarismo seco, sobrio y autocontenido, tan descarado en su subjetivismo como radical en sus objetivos. La especificidad de IVM como precursor, extemporáneo pero actual de una práctica en transición que va desde su inacabada formación inicial como arquitecto, pasando por el arte para volver a la arquitectura, se traduce en la claridad de los medios que emplea, de las herramientas y convenciones lingüísticas de la tradición disciplinar, de la ortodoxia de la arquitectura: el dibujo técnico, descriptivo, la ya obsoleta delineación artesana, manual, el rigor y la precisión geométrica, la repetición y sistematización, que intensifican un conjunto de rasgos o valores arquitectónicos pretendidamente viejos, hoy desechados en lo que podríamos calificar como un estadio modernista, clásico, del complejo arte-arquitectura.
Arquitecturas prematuras, una coproducción entre el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León y Azkuna Zentroa, se materializa en un doble formato, una exposición y una publicación (junto a Caniche, con textos de Kristine Guzmán, comisaria de la muestra, Marta Mantecón y Patxi Eguiluz) que compila los proyectos arquitectónicos de IVM en tres cuadernos apaisados que vienen a sumarse al otro gran libro existente sobre el artista, Ir y venir de Valcárcel Medina (Fundació Antoni Tàpies, 2002). Realizadas durante el período 1984-1992, coincidiendo con el inicio de la democracia y el despliegue constructivo comandado por el PSOE inmediatamente después de la Transición, las arquitecturas prematuras de IVM se presentan como un conjunto de propuestas de urbanización y edificación técnicamente realistas pero culturalmente –políticamente – irrealizables. Esta “contra-arquitectura”, o estas arquitecturas antes de la arquitectura, previas u opuestas a su institucionalización, constituyen una subversión de la pulsión utópica de la modernidad, donde en ocasiones ha primado la imposibilidad material frente a la posibilidad cultural y, vistas a día de hoy, pueden parecernos una serie de ficciones arquitectónicas paradójicas, arquitecturas de concepto que enfatizan el ethos discursivo inherente al proyecto arquitectónico –un carácter procesual que comparte con el arte desde hace tiempo–, también prospectivo o anticipatorio, que aterrizan en el quehacer de una práctica que especula sobre lo que podemos y no podemos hacer. Con un tono humorístico popular que discurre desde la ironía sutil a la sátira más descarada, IVM desarrolla diversos programas, algunos de ellos conscientemente anti-utópicos, en contextos más o menos específicos que adoptan múltiples tipologías. El espacio doméstico tematizado (Vivienda unifamiliar, Panteón familiar, Casas del viento, Refugio de montaña); dotaciones culturales varias (Museo de la ruina, Gran teatro del mundo); acupuntura urbana en Huecos de Madrid; intervenciones, instalaciones y diseños en el paisaje en una suerte de land art castizo (Puertas al campo, Tiberiades, Parcela, Tierra virgen); construcciones colectivas críticas, dispositivos de sometimiento o de liberación, concretos pero universales, para grupos sociales marginados dentro o fuera del sistema que, por comparación, dejan a unos cuantos proyectos de arquitectura contemporánea destinados a minorías identitarias en meras caricaturas o anécdotas (Edificio para parados, Torre para suicidas, Colonia de chabolas, Okupa y resiste, Cárcel del pueblo, Edificio torpe para oficinas); grandes infraestructuras de ingeniería (Tierra-aire, Plan de salvación de Riaño o el maravilloso Proyecto de reforma del Muro de Berlín –anterior en un año a la caída del muro y que recuerda a The Berlin Wall as architecture (1972) del joven Koolhaas– que bien podrían sintetizar las intenciones de la serie al completo: arquitectura, realismo y heterotopía en Valcárcel Medina).
Réplicas al Neufert (1999-2000) ocupa un espacio autónomo, tanto en la exposición como en la publicación, donde se reproduce el libro de artista que IVM ideó como contraargumento a la voluntad totalizadora del Arte de proyectar en arquitectura, manual clásico del arquitecto Ernst Neufert, colaborador de Gropius y, más adelante, coordinador general de la oficina de estandarización de la arquitectura industrial alemana bajo el régimen nazi. Respondiendo mediante una oposición sistemática, que replica dialécticamente la forma y los contenidos de la obra original, el artista introduce una sucesión de correcciones que amplían, por contradicción, el espectro de lo posible demarcado por diversas prescripciones normativas: las reglas del dibujo, las dimensiones estandarizadas y sostenidas en la idea del “hombre como unidad de medida”, las relaciones métricas y la teoría de la proporción, la evolución de las tecnologías constructivas, los tipos históricos dominantes y las formas de vida que de estos se derivan… En suma, una crítica retrospectiva y vintage al Neufert, piedra angular de una biopolítica totalitaria de la arquitectura luego convertida en ley, que no solo visibiliza las incongruencias internas de la formalización universal del mundo material, los excesos de la razón y la reglamentación antropocéntrica de los procesos constructivos, también su estrechez de miras, sus muchos sesgos (de género y de clase entre los más obvios) y limitaciones.
En relación con la temporalidad, y con las posibilidades y consecuencias de su materialización final, se significan dos casos concretos de entre todas las ideas o planes arquitectónicos trazados por IVM. La Vivienda unifamiliar, el primero de los proyectos y el único ejecutado, la casa privada del artista construida en El Escorial en 1973, adelantándose a la cronología oficial de la serie, aparece como una forma extraña, blanca, abstracta y achaflanada en contraste con el paisaje árido y rocoso que la circunda, que bebe de los manierismos modernistas pero también del imaginario popular de la casa mediterránea. Y las Sugerencias de un forastero al Plan General de León, auténtico cierre de esta gama de trabajos, realizadas para la desaparecida galería Tráfico de Arte y ya expuestas en De ayer a hoy (2015), donde destaca el ligero e inmaterial Parque de atracciones en las Eras de Renueva (1990), “movido por el viento”, que IVM propuso como alternativa a la continua postergación y abandono del amplio descampado a medio edificar, entonces periferia urbana de la ciudad y discutido nuevo polo de desarrollo donde, tiempo después y entre otras muchas edificaciones que dan testimonio del momento histórico vivido –y de un modelo económico sostenido en la especulación inmobiliaria–, se levantó el mismo MUSAC; “un parque para “sepultar lo viejo, a la espera del curioso experto que quisiera indagar sobre el pasado y encontrara las ‘ruinas de otra cultura’” [1].
Edward Said definió el “estilo tardío” como una colisión tanto con el gusto vigente como con la propia obra artística, como un acto de resistencia o desafío para con el presente y el pasado, un último esfuerzo que busca imágenes de un futuro, todavía imposibles o prematuras, anticipándolo. La radicalidad, el anacronismo y la anomalía son las formas privilegiadas de este tipo de arte, intempestivo e inactual, que se sobrepone a las convenciones generalmente aceptadas y milita ferozmente contra su época para incidir o influir en lo que viene después. “Una suerte de productividad deliberadamente no productiva contra […] lo que ocurre si el arte no abdica de sus derechos a favor de la realidad” [2]. Las arquitecturas de IVM presumen de ser irrealizables, según su autor, porque “necesitarían, para ser viables, otra época y otra mentalidad, es decir, son prematuras”. Siguiendo la querencia por la antítesis y la paradoja, tan típicas del artista, bien podría decirse que, al contrario, son arquitecturas tardías: “son tardías hasta el punto de que trascienden su propia época; se adelantan a ella, ya que poseen una faceta novedosa audaz y sorprendente; son más tardías que su época, ya que describen un regreso o vuelta a casa, a reinos olvidados o abandonados por el avance implacable de la historia” [3].
Notas bibliográficas:
[1] Isidoro Valcárcel Medina, de la memoria del proyecto “Parque de atracciones en las Eras de Renueva”, Arquitecturas prematuras, Caniche, Madrid, 2021, p. 72.
[2] Edward Said, Sobre el estilo tardío: música y literatura a contracorriente, Debate, Barcelona, 2009, p. 30-31.
[3] Ibid, p. 184.