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Esperpento de Iñigo Royo

Esperpento de Iñigo Royo

Nacido en Valencia en 1963 propone, desde diversas disciplinas…

Hay un trágico viajero,
que debe ver cosas raras,
y habla solo y, cuando mira,
nos borra con la mirada.

A. Machado
(dedicado a D. Ramón del Valle-Inclán)

ESPERPENTO, “un conjunto de setenta imágenes que (…) conforman un particular mapa de España”, es un proyecto de Iñigo Royo que fue inicialmente concebido para su instalación en pared y que ahora, sin traicionar en nada las características esenciales del proyecto y adecuándose a la estructura espacio-temporal, a la naturaleza secuencial de una publicación, se edita en forma de libro. Según su autor, Esperpento se ha realizado “combinando imágenes de la geografía española obtenidas por medio de Google Earth y pequeños fragmentos de diálogos extraídos directamente de Luces de Bohemia” para preguntarse sobre “cuánto de eso que describía Valle permanece, corregido y aumentado, en la sociedad de nuestros días”.

Se trata del quinto libro de artista que publica Editorial Concreta, y claramente habita el territorio conceptual que, más por la cercanía temática que formal, han venido definiendo los anteriores números de la colección. Representa, en consecuencia, una continuación coherente de la línea editorial desarrollada hasta ahora. Las interrogaciones contenidas en esta última publicación parecen un adecuado complemento a proyectos anteriores como romance de las plazas de Isaías Griñolo, en el que imágenes, textos, conversaciones y poemas de Antonio Orihuela e Isabel Pérez cercan la situación política española, “este corral nublado”, que diría Max Estrella.

No es la primera vez que, al servicio de inquietudes mayores Iñigo Royo combina textos y fotografías aéreas proponiendo una reflexión sobre lenguajes y modos de representación. Ya en 2003 realiza una serie, Satélites, en las que añadiendo algunas frases (someone scratching his leg, someone having a seat on the ground…) intervenía irónicamente sobre aquellas imágenes con las que Collin Powell pretendió justificar la invasión de Irak. Y no es la única vez que voces provenientes de la mejor literatura española –Valle-Inclán ahora en Esperpento y Quevedo, San Juan de la Cruz, o Sor Juana Inés de la Cruz antes en Ficciones– con textos expresados gráficamente como bocadillos de un tebeo, poniendo el acento en lo humano, no como acción transformadora de la naturaleza, sino como memoria, reflexión crítica, pensamiento o introspección, vienen a evidenciar las pérdidas y contradicciones con las que el progreso acecha. Se cuestiona así, tanto el valor, o el prestigio, o la neutralidad de la imagen tecnológica, como la compleja relación entre verdad e información. Y se plantea, con sorna, como la construcción de la realidad contemporánea se funda cada vez más, tanto en su producción como es su distribución, en una visión mediada, condicionada de manera absurda, pero no inocente, por las posibilidades tecnológicas.

Así que tenemos por un lado el esperpento en esos diálogos valleinclanianos, “esa palabra traída de una zona del habla, cotidiana, familiar, que de pronto pasa a designar una actitud artística” (A. Zamora Vicente), y por otro la imagen tecnocientífica, las fotografías de satélite y su aparente condición de verdad, que contrapuestos construyen un mapa de una España; a la vez oído desde otro tiempo, quizá similar o paralelo a este, y visto desde un lugar lejano, desde un cielo que nadie habita. Dos regímenes de verdad enfrentados. Decía Barthes que mezclar lenguajes, reinterpretarlos o buscar nuevos sentidos es operar una revolución; la misma que se da al decir lo ya dicho pero de otra manera, por si no lo hubiéramos entendido o lo hubiéramos olvidado o ahora nos volviera a servir. De alguna manera la estructura elegida en este proyecto no solo reproduce frases si no que la estrategia y el efecto se puede pensar paralelos a la propuesta valleinclaniana. Iñigo Royo usa el esperpento para hacer esperpento porque la técnica es similar: la ironía y el compromiso, la tragedia en los diálogos y el absurdo de la modernidad en las imágenes tecnológicas, y lo social y lo existencial como preocupaciones indisolubles.

Pero todavía algo más se plantea Iñigo Royo en Esperpento que ya apuntamos anteriormente: la oportunidad de peguntarse sobre el sentido de releer hoy Luces de bohemia y por extensión de preguntarse cuánto, o qué, del regeneracionismo revive hoy en la sociedad española y si algo nos podría servir del hacer noventayochista para entender el presente. Decía Unamuno que “nuestro Parlamento, esa catedral de la mentira” y que “cimentar sobre la mentira” es “la raíz de la triste crisis por que está pasando España” y Azorín: “No hay cosa más abyecta que un político: un político es un hombre que se mueve mecánicamente, que pronuncia inconscientemente discursos, que hace promesas sin saber que las hace, que estrecha manos de personas a quienes no conoce, que sonríe, sonríe siempre con una estúpida sonrisa automática.” En Luces de Bohemia están los malos procedimientos de la administración, los concursos literarios banales, la ineficacia de los servicios públicos, las desquilibradas relaciones sociales, la pobreza, la indiferencia colectiva, la cortedad de miras empresarial, el abuso de poder de las autoridades, y los sueños de un a España mejor y más justa. Pues es posible que algo nos resulte familiar.