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Concreta 02, Experiences of time: traces and faces, Enric Mira

Concreta 02 (Autumn, 2013) examines the notions of the trace and the face, as well as the experiences of time and the performative disposition of art to go beyond the mere production of objects and instead engage with actions. It is not so much a question of doing art as what to do with art. This issue of the magazine features essays and articles by Liz Kotz, Lola Hinojosa, Maria Muhle, Teresa Lanceta, Ricardo Basbaum, Thierry de Duve, Lorena Muñoz-Alonso, Víctor del Río, Mela Dávila, Nataša Petrešin-Bachelez and Enric Mira; as well as projects by Yto Barrada, Vicente Tirado, Oier Etxeberría and Hans-Peter Feldmann.
(Castalla, 1960). Doctor en Filosofía y CC. de la Educación por la…

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En un conocido escrito de 1967 sobre el minimal art, el crítico norteamericano Michael Fried lamentaba la inadecuada intromisión del tiempo mundano en la estructura formal de las artes visuales y su degenerado efecto teatral. Atinaba hacia otro objetivo. Si algo importa en las producciones que han incorporado el tiempo como condición de posibilidad artística no es el hecho de poner en juego otra formalización, sino más bien otra actuación del arte. No se trata de cómo hacer arte sino de qué hacer a través del arte. Si hay un sentido para lo temporal en el arte, este estaría en su disposición performativa: en su capacidad de convertirse en acciones y transformar la realidad.

El presente número de Concreta arranca con sendos textos de Liz Kotz y Lola Hinojosa Martínez sobre dos mujeres artistas cuya obra, en general poco conocida, ha estado vinculada a las prácticas performativas del arte conceptual. Una, la americana Bernadette Mayer, figura clave en el surgimiento de la performance interdisciplinar en el panorama artístico del Nueva York de finales de los sesenta. La otra, la española Paz Muro, personaje comprometido con el arte de acción y el happening que emerge en nuestro país con el final del franquismo. Si Bernadette Mayer fue una joven poetisa metida a artista visual que combinaba las potencialidades narrativas de la fotografía, el texto y el audio, Paz Muro fue una artista embozada con las maneras de la teatralidad. Cada una afrontaba su propio proyecto de construcción de la subjetividad ya fuese a través de la dispersión del propio yo, en la multiplicidad de tomas fotográficas o jugando con la escenificación y la máscara como estrategias de la identidad. Entre ambas artistas, Maria Muhle nos plantea un encuentro entre el retrato de la sociedad alemana de los años veinte que realizó August Sander y el trabajo desarrollado por Hans-Peter Feldmann a partir de las fotografías de los terroristas de la banda Baader-Meinhof y de sus víctimas en el sangriento otoño de 1977. Provocadora contraposición entre una mirada utópica, que buscó alumbrar a través de la fotografía una verdad histórica cifrada en los rostros y las poses de los sujetos retratados, y otra embargada por el escepticismo posmoderno, que nos enfrenta a la complejidad de desentrañar de qué lado estamos como sujetos de la historia.

Enlazando con esta perspectiva sobre las sociedades y los embates de la historia, el artista Oier Etxeberría muestra en la sección Cúmulo un conjunto de collages surgidos del conocimiento histórico de la resistencia de la sociedad tradicional vasca a la iniciativa ilustrada de introducir el sistema métrico decimal como valor abstracto y universal. En Intercambio Ricardo Basbaum expone la necesidad de desarrollar las herramientas para una práctica colectiva y participativa del arte, combinando la experiencia vivencial con la posibilidad de producción de discurso. Y Teresa Lanceta habla sobre el sentido del tejer como un acto de arte y memoria colectivos. En esta ocasión, la traducción de textos sobre arte inéditos en castellano nos brinda un artículo de Thierry de Duve publicado por primera vez en 1975. El posado —o el retrato— y la instantánea —o el reportaje— constituyen las dos formas elementales de la fotografía que no expresan una simple oposición de términos en relación con el espacio y el tiempo, la vida y la muerte o el signo y su referente, sino que son más bien como dos estructuras recíprocas que se despliegan y elucidan mutuamente en una suerte de sentidos inversos.

En la sección Carpeta se han incluido dos jóvenes artistas que han hecho de la fotografía instrumento de exploración del entorno desde posicionamientos críticos muy definidos. Las imágenes de Yto Barrada sobre Tánger nos muestran la diversidad humana de una ciudad en espera por el conflicto entre un pasado que no termina de desaparecer, y un futuro que no le pertenece. Mientras que Vicente Tirado presenta una serie de marinas fotográficas invertidas —vistas tomadas desde el mar— de la cultura del ladrillo que asola las costas mediterráneas con una fisonomía urbana delirante, rayana con lo surreal. Arquitectura y fotografía, componentes básicos de las intervenciones de Gordon Matta-Clark, son revisados por Víctor del Río a partir de la asimilación de los incisos materiales en los edificios a los trazos de un dibujo, conjugados ambos como instrumentos de una acción deconstructiva de la arquitectura y sus estratos que finalmente se destila a través del registro fotográfico. En un argumento paralelo, el artista multimedia Moisés Mañas busca, como explica Lorena Muñoz-Alonso, materializar en movimientos físicos tangibles los rastros de actos comunicativos que fluyen por internet cifrados en códigos inmateriales.

Como cierre de la edición, y en cierta manera completando el círculo con los textos de apertura, se ofrecen dos contribuciones que vienen a nutrir la voluntad de la revista Concreta de repensar muchos de los convencionalismos que alimentan el discurso institucionalizado sobre el arte contemporáneo. En este sentido, Mela Dávila reflexiona con rigor sobre la posibilidad de reproducir exposiciones de referencia del arte contemporáneo, concluyendo sin paliativos que estos intentos de reconstrucción arqueológica están condenados al fracaso, precisamente por la imposibilidad de precipitar de forma extemporánea los componentes intangibles que animaron al evento original. Y, por último, Nataša Petrešin-Bachelez da un repaso a los desvirtuados programas de movilidad internacional dirigidos a artistas y comisarios, para apelar a una investigación artística verdaderamente comprometida con el contexto y situada dentro de procesos, siempre arriesgados, de acción y reacción.

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