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El filósofo raptado, Leonardo Piasere

El autor desgrana el relato mítico del rapto del fundador teórico del capitalismo, Adam Smith, cuando este era un niño y al tiempo desvela los rasgos de emancipación subalterna del que participan los gitanos en su tiempo.
Doctor en Antropología Social desde 1984 por l’École des Hautes Études…

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En la antropología cultural, un mito no es un cuento «falso», sino un cuento históricamente construido que se presenta como autoevidente, que no necesita comprobaciones al enseñar el orden social como orden natural1. Uno de los mitos más arraigados en Europa cuenta que los gitanos raptan a los niños que no son de su propia raza. Se trata de un tropo narrativo, escrito, oral y hoy también llevado al cine, existente al menos desde la mitad del siglo XVI2 del que han surgido héroes y heroínas que han hecho la historia de las literaturas europeas; ha sido concebido para asustar a los niños, ha entrado en los tebeos, hoy es un virus en la web. David Mayall compara el mito de los gitanos raptores con el de los homicidios rituales de los cuales fueron culpables los judíos: en ambos casos, se trata de «niños de la sociedad de acogida que han sido raptados para las prácticas rituales de una raza extranjera»3. En la edad moderna, y en especial en la Europa del Norte, se pensaba que a los niños raptados se les ennegrecía la piel con pócimas varias con el fin de transformarlos en gitanitos mendigos4. El mito llega hasta América del Norte5 y se extiende a la época posmoderna, a pesar de que investigaciones específicas hayan demostrado su falta de fundamento6 y prueben más bien lo contrario, o sea que son los «no gitanos» aquellos que se llevan los hijos de los gitanos7. La motivación no muy disimulada del querer fichar a los gitanos en 2008, por orden del entonces ministro del Interior, Roberto Maroni, incluyendo la toma de las huellas digitales también a los menores, era la identificación de posibles niños raptados y escondidos en los campamentos gitanos.

No podía ser que ese mito no entrara de alguna forma en la historia de la filosofía occidental. Y en efecto, el caso de Adam Smith, uno de los fundadores de la modernidad, se ha convertido a su vez en un mito: resulta realmente difícil dar con una biografía del filósofo escocés que no mencione, aunque de pasada, el hecho de que él, de niño, fue raptado por los gitanos. En los ensayos biográficos, y hoy en la web plurilingüe, el Adam raptado está tan demostrado como la existencia de los gitanos raptores. Por ejemplo, se dice que: «a la edad de cuatro años se comenta que fue raptado por los gitanos. Se organizó una batida y el pequeño Adam fue abandonado por los secuestradores» 8. O bien, en la nota biográfica a cargo de Anna Pelanda9 para la edición italiana de La ricchezza delle nazioni de la UTET/De Agostini (actualmente también en versión digital), se lee que él «fue raptado por una banda de gitanos; cuando un caballero de paso lo vio llorando junto a una gitana, enseguida un equipo de scouts fue movilizado y así fue encontrado en el lugar indicado, abandonado por los gitanos que se habían dado a la fuga». La noticia es tan viral que resulta rarísimo encontrar alguna obra sobre el filósofo que no hable de ella10. En ese acontecimiento, los gitanos se convierten en la metáfora de los intentos de obstaculizar el desarrollo del mismo pensamiento filosófico occidental: las biografías —hagiografías del filósofo, a menudo escritas por otros filósofos— se adueñan de un mito popular que viene de muy antiguo para encajarlo en una historia de la filosofía que automáticamente expulsa de su propio seno a los gitanos raptores. Y es por esto que arrancamos estas últimas páginas del libro en consonancia con la cronología con la que lo hemos construido. Hemos querido investigar el contexto, como si fuéramos unos detectives, aun conscientes de que los mitos no implican la obligación de demostrarlos.

A fin de reconstruir las fases del nacimiento del mito, hay que tener en cuenta algunos datos biográficos de Adam Smith. Nace en 1723 en Kirkcaldy (condado de Fife) en Escocia, una localidad costera al norte de Edimburgo; el padre, natural de Aberdeen e inspector de aduanas, fallece unos pocos meses antes de su nacimiento; la madre se apellida Douglas y procede de una noble familia de terratenientes de Strathenry (o Strathendry), una aldea a unos diez kilómetros de Kirkcaldy, famosa por su castillo del siglo XVI. Nacido huérfano, el pequeño Adam pasa su infancia junto con su madre en Kirkcaldy, aunque bajo la atenta vigilancia de una multitud de tutores elegidos en parte entre los amigos y parientes del padre y en parte entre los parientes de la madre11. Los biógrafos coinciden en afirmar que no se sabe nada de su infancia, que sólo se sabe que era un niño enfermizo que sobresalía por su generosidad y, cómo no, que fue raptado por los gitanos. Que yo sepa, Smith no habla nunca de su rapto en sus obras, y tampoco habla de los gitanos. Su rapto y su implicación con los gitanos son material narrativo de otros. Y el mito nace precisamente el día de su muerte, el 17 de julio de 1790. Tras dar la noticia de su fallecimiento en pocas líneas el 19 de julio, el Caledonian Mercury de Edimburgo publica el 22 de julio una pequeña reseña anónima titulada «Dr. Smith» donde, tras recordar concisamente la importancia de sus obras, dedica su mayor parte a narrar su rapto. Se trata del primer documento del que tenemos conocimiento, y lo trascribo en su versión original porque nunca se ha citado:

The late Dr Smith gave up his Professorship to travel with his Grace the present Duke of Buccleugh. His Works are in the highest reputation, and have been quoted both in the Parliament of Great Britain, and in the National Assembly of France. They are contributed to that spirit of liberty which at present so much prevails; and to his Wealth of Nations may be attributed the first hint of the Commercial Treaty of France.
A very remarkable anecdote happened to Dr Smith, in his infancy, which had nearly deprived the world of his eminent literary abilities. He was carried off from his parents, at Kirkcaldy, by a gypsy, and search was made for some time after him in vain, when a gentleman gave information, that he had met on the road a child crying piteously, in the arms of a poor woman.
Messengers were immediately dispatched on the road the gentlemen described, who fortunately overtook the woman: she instantly threw down the child, who was thus miraculously restored to his friends and to the world
12, 13

En el siglo XIX hubo quien se escandalizó porque Smith se recordara más por esa «notable anécdota» que por sus méritos en ámbito científico14, pero también las biografías de los filósofos tienen que ver con las realidades míticas en las que se encuentran inmersas, tal y como dice Sahlins15.

Como antropólogo, lo que me interesa observar es que en este primer cuento, escrito setenta y tres o setenta y cuatro años después de los hechos relatados, todo queda envuelto en el anonimato, menos lo que sigue:

1. El rapto se produce en Kirkcaldy, es decir en la tierra de su padre, «durante su infancia», sin más datos.
2. Las primeras investigaciones llevadas a cabo «durante cierto tiempo», no proporcionan ningún resultado.
3. «Un gentleman» afirma haber visto por la calle a un niño que «lloraba lastimosamente» en brazos de una »pobre mujer».
4. Esta última lo deja en el suelo nada más la alcanzan unas personas que acuden para buscarlo (messengers).

A esta pobre mujer se le identifica al comienzo del relato como una gypsy, una gitana; el autor habla de «padres», utiliza el plural, aunque nosotros sabemos que el padre ya había muerto. Desde esta primera narración, se podría argumentar que los hechos podrían haber sido muy diferentes, por ejemplo: 1) el niño se aleja solo; 2) lo recoge llorando una mujer de paso; 3) una vez identificada, deja el niño a quien lo buscaba. También podemos argumentar que, al verlo en brazos de una mujer identificada como gitana, se haya disparado la fuerza performativa del mito: aquellos que buscaban al niño, enseguida han pensado en un rapto, la gitana ha tenido miedo de ser acusada del rapto. Esos equívocos han sido reconstruidos por Tosi Cambini16 para casos parecidos acaecidos en Italia a caballo del siglo XX y XXI. Enseguida vamos a ver que esto era absolutamente posible en la Escocia del siglo XVIII.

No pasan ni tres años que Dugald Stewart, filósofo de la Universidad local, entonces mucho más famoso que el mismo Smith, lee en dos sesiones (enero y marzo de 1783) de la Royal Society de Edimburgo el primer relato biográfico sobre Adam Smith. La versión del rapto resulta muy diferente y esta vez rica en pormenores (cito la versión italiana realizada por Adelino Zanini):

Durante la infancia, su constitución se reveló débil y enfermiza, y fueron necesarios los más atentos cuidados de la madre […] Demasiado interesante para ser omitido de la narración de una vida tan valiosa es un incidente que protagonizó cuando tenía tres años. La madre lo había llevado consigo a Strathenry para visitar al tío Douglas y un día, mientras estaba jugando delante de la entrada de casa, fue raptado por una banda de esos vagabundos que en Escocia se conocen con el nombre de tinkers. Afortunadamente, su ausencia fue pronto advertida por su tío quien, tras enterarse de que algunos nómadas habían pasado por allí, fue tras ellos junto con los primeros que encontró hasta alcanzarlos en la bosque de Leslie, convirtiéndose así en el instrumento que salvó para el mundo un genio destinado no sólo a ampliar los límites de la ciencia, sino también a animar y reformar la política comercial de Europa17.

En esta versión:

1. Adam tiene tres años aproximadamente;
2. La madre lo había llevado de visita a casa del tío materno en Strathenry;
3. Un día, mientras jugaba solo delante de la puerta de la casa del tío, es raptado por un grupo de esos giróvagos que en Escocia se conocen con el nombre de tinkers (aunque nadie los ve);
4. Su tío, tras enterarse de que habían pasado unos vagabundos, les persigue acompañado por alguien más;
5. Da con ellos en el bosque de Leslie, o sea en el bosque que rodea la aldea de Leslie, una localidad a una milla de Strathenry
18.

Todo se desarrolla pues en un espacio totalmente materno, en la casa de la familia de la madre, con el tío materno terrateniente que, como el tío materno de Lévi-Strauss19, socorre al sobrino en dificultad. La mujer gitana desaparece y aparece una banda de tinkers o tinklers. Entre los grupos nómadas escoceses, actualmente se diferencian los gitanos que hablan romaní de los tinkers (o travellers) que hablan un idioma propio diferente del romaní; pero en esa época los términos «gypsies»20 y tinkers» eran sinónimos y se referían a grupos más o menos ambulantes que se desplazaban en clanes familiares desempeñando oficios itinerantes, entre los cuales el de chatarreros, de allí su nombre. Como vamos a ver enseguida, las desavenencias entre tales grupos y la población rural eran profundas y constantes durante toda la época moderna. Parece que la fuente de Stewart era un compañero de colegio de Adam Smith, cierto George Drysdale de Kirkcaldy, «todavía vivo en 1794, que proporcionó al biógrafo «las escasas informaciones que constituyen la primera parte de esta exposición»21. Algunos descendientes de los Drysdale se harán con las propiedades de Strathenry y serán en el siglo XX los «depositarios» del mito del rapto de Smith.
De su infancia nos ha llegado solo un caso. Cuando tenía cuatro años, estando de visita en la casa del abuelo en Strathendry, a orillas del río Leven, el niño fue raptado por una banda de gitanos (gypsies) de paso, y durante cierto tiempo no lograron dar con él. Pero poco tiempo después llegó un caballero que había encontrado a una gitana a pocas millas de allí que llevaba un niño en brazos que lloraba desconsoladamente. Enseguida fueron enviadas unas personas hasta el lugar, las cuales alcanzaron a la mujer en el bosque de Leslie. Nada más verlos, ella soltó el bulto dejándolo en el suelo, y el niño fue devuelto a su madre. De otra forma, me temo que se habría convertido en un pobre gitano22.

Ross se equivoca al pensar que este es un «cuento pintoresco»23, ya que se trata de un simple collage del texto del Caledonian Mercury de 1790 (que evidentemente Ross desconoce) y del relato de Stewart de 1793:

1. Nos encontramos en Strathenry, de visita al abuelo materno (en realidad fallecido en 1706, según la reconstrucción genealógica de Ross24;
2. El niño es raptado por unos gitanos de paso (aunque nadie los ve);
3. Un caballero igualmente de paso avisa de que ha visto a pocas millas de allí a una mujer gitana (gipsy) llevando en brazos a un niño que «lloraba lastimosamente»;
4. Las personas enviadas a buscarla (scouts) la encuentran en el bosque de Leslie;
5. Ella suelta al niño;
6. Y se da a la fuga.

En lugar del tío materno, el abuelo materno aquí no parece desempeñar otro papel en el hallazgo si no el de enviar gente a buscar a los gitanos. Vuelve a aparecer la mujer gitana, desaparecida en la versión de Stewart, y reaparece el caballero desconocido, una suerte de auxiliador mágico que señala el camino a seguir. El bosque de Leslie se confirma como lugar del hallazgo pero, por primera vez, llegamos a enterarnos de que la gitana, tras soltar al niño, se escapa. Nunca llegaremos a conocer su versión de los hechos…

Otros detalles que otra vez cambian la narración los proporciona William Scott25, de la Universidad de Glasgow quien, al cabo de doscientos años, fue el primero en realizar in loco unas investigaciones directas. Aquí encuentra al señor Tullis, dueño del castillo, descendiente por línea materna de ese George Drysdale que, a finales del siglo XVIII, fue la fuente de Stewart, del que acabo de hablar. A los ojos de Scott, este vínculo genealógico lo convierte automáticamente en una fuente certera: no es cierto, afirma Tullis, que el niño fue raptado delante de la casa del tío, sino en un camino que desde la casa lleva al castillo, cerca de una gran piedra (en su época enterrada y escondida por un enorme y viejo tejo) que podía ser el lugar donde solía jugar el niño.

Trato de reconstruir el lugar en la Figura 1 adaptando un mapa encontrado online26. A partir del relato de Stewart, Scott reconstruye brevemente la presencia de los tinkers en la Escocia del siglo XVIII, localizando incluso el lugar donde solían montar su campamento en Kirckaldy, así como el recorrido de un gypsy way, un camino frecuentado por los gitanos que desde Kirkcaldy se adentraba en los cerros del norte, pasando precisamente cerca de Strathenry27. La versión local, en cambio, no proporcionaba el lugar exacto del hallazgo y apuntaba a dos posibilidades: el bosque de Leslie, como afirmaba Stewart, o bien a lo largo de ese gypsy way. De todas formas, comenta Scott que el niño estuvo seguramente secuestrado durante un período no corto, lo que sin duda afectó profundamente a Adam Smith. En la Tabla 1, reproduzco los elementos principales de esas cuatro narraciones realizadas entre 1794 y 1937 y que siguen siendo las más relevantes en relación con el rapto de Adam Smith.

Para terminar esta cronología de las fuentes, mencionamos también otros dos biógrafos que más adelante se fueron a Strathenry. Charles Ryle Fay, historiador de la economía británica, escribe que fue allí en 1951 con tres colegas suyos; encuentra la piedra, pero ahora el paisaje ha cambiado mucho. De todas formas, llega a pensar que «los gitanos han podido encontrar casualmente el niño solo cerca de la piedra, que se lo han llevado por un breve recorrido en el bosque de Leslie, desde donde el tío enseguida lo recupera»28. En resumidas cuentas, él no niega el rapto, pero pone en duda que se haya quedado mucho tiempo en manos de los raptores. Uno de los grandes biógrafos de Adam Smith es Ian Ross, el cual se limita a referir los detalles de Scott; él afirma que durante una visita suya a Strathendry en 1993 pidió a los lugareños actuales el lugar exacto del rapto29: narraciones escritas y orales ya se han confirmado.

Si estos datos proporcionados por los biógrafos más acreditados ya son bastante abigarrados, resulta interesante constatar cómo el aura mítica se haya acrecentado. Aporto solo una breve selección. Según Victor Cousin30, Adam Smith fue raptado y llevado hasta las espesuras de un bosque y desde allí fue arrancado con la fuerza a los raptores. Según Wally Shaw, fue raptado cuando tenía tres años delante de la entrada de la casa del abuelo; este, al conocer muy bien el territorio, se imaginó el camino que tomarían los raptores, los persiguió y finalmente salvó al nieto31. Según una reconstrucción histórica puesta en escena en Edimburgo, la reina de los gitanos le cuenta a Adam Smith, ya adulto, que ella misma fue la que lo raptó siendo niño y que lo había liberado tras leer su futuro, ya que vio que llegaría a convertirse en un hombre muy famoso32. Según Charles T. Wolfe33, fue prisionero de los gitanos durante algunas semanas antes de ser devuelto a la familia. Muchos autores afirman que Adam no tenía tres, sino cuatro años. Según Robert L. Heilbroner, se organizó una batida y por esto los raptores lo soltaron34. Según otros, los gitanos, localizados y perseguidos, dejaron al niño por la calle35. Según William Farina36, el niño fue raptado con la intención de venderlo como esclavo allende de los mares. Entre los conocimientos básicos que tenían que aprender los estudiantes del Columbia College de Nueva York, figura también la biografía de Adam Smith el cual, —ya se empieza a dudar— a lo mejor fue raptado por los gitanos a la edad de tres años37: ¡pero los estudiantes lo tienen que saber! Otro texto revela que los hechos fueron totalmente diferentes: el padre lo llevaba siempre consigo de un sitio para otro, y después de un verano pasado con un grupo de gitanos, lo dejó con ellos para que pudiera ver mundo… 38.

Si la fantasía se desata una vez consolidado el mito, es importante sin embargo entender el mundo complejo en el que nace, que resulta formado por una especie de amasijo de estereotipos populares, imaginación e historiografía, dentro de esquemas culturales históricamente determinados.

Tras un siglo de escaramuzas, en 1609 los gobernantes escoceses declaran la guerra abierta a los gitanos mediante la publicación del Act anent the Egyptians, por el cual a partir del 1 de agosto de ese mismo año, todas las personas reconocidas como Egyptians, tanto hombres como mujeres, tienen que dejar el país y no volver nunca más, so pena de muerte. El delito era el de ser Egyptians, gitanos. Al anular la validez de todas las protecciones de las que disfrutaban, el Act abre un contencioso entre el poder central y los aristócratas locales que a menudo protegen a los gitanos y les permiten montar sus campamentos y recorrer sus tierras. Al analizar los juicios, el jurista David Hume, sobrino del homónimo filósofo, señalaba que desde 1797 ese edicto no se quedó en letra muerta, mientras que Simson39 antes, y MacRitchie40 después, añadieron otros datos: cuatro gitanos fueron condenados a la horca en 1611; tres en 1616; ocho en 1624, y en el mismo año once mujeres, en un primer momento condenadas a morir por ahogamiento, fueron desterradas; en 1636 un número indefinido de hombres y mujeres fueron condenados respectivamente a la horca o al ahogamiento; en 1657 fue ajusticiado un gitano y otros siete desterrados so pena de muerte; a partir de 1661 se empezó a capturar a vagabundos y gitanos para deportarlos a las plantaciones americanas; cuatro de ellos fueron ahorcados en 1678, pero esta vez por haber tomado parte en una auténtica batalla contra tinkers procedentes de Irlanda y considerados unos intrusos; en 1698, según parece, la aplicación del Act empezó a suavizarse: en el caso de seis hombres y una mujer detenidos bajo la acusación de ser gitanos, los jueces declararon querer conocer las pruebas de sus posibles delitos; en 1699, unas quince personas fueron ajusticiadas tras varias declaraciones de testigos sobre sus delitos, mientras que al jefe, por reconocer únicamente ser gitano, se le condenó a ser deportado a las colonias donde, sin embargo, no llegó nunca; y quince años más tarde fue exculpado de todas las acusaciones: parece que su vinculación con unos potentados lo salvó; 1714, en un mismo juicio, dos gitanos fueron absueltos, tres condenados primero a muerte y luego al destierro. Sin embargo, el Act de 1609 aún se aplicaba en 1770, y esta vez referimos lo que afirmó Simson41: dos gitanos fueron arrestados y acusados de varios robos; el tribunal de Edimburgo los condenó a ser ahorcados en el puente de Linlithgow, cerca del lugar donde su banda solía reunirse. Tras el veredicto se difundió la voz de que una treintena de sus amigos estaban dispuestos a todo con tal de liberarlos, y por lo tanto se organizó una expedición de ciudadanos, campesinos y militares, a pie o a caballo, que debía escoltar a los condenados a lo largo de los treinta kilómetros que separaban Edimburgo de Linlithgow. El desfile de los condenados a muerte tenía también la finalidad de enseñar a los ciudadanos honrados la ignominia de aquellos que no debían vivir entre ellos. Pasando por una muchedumbre de curiosos, atados de manos y pies, el aguacil de Edimburgo los entregó en la frontera del condado al aguacil de Linlithgow, quien les puso los grilletes en el calabozo a la espera de la ejecución del día después. Durante toda la noche nadie podía entrar en la aldea; unos guardias controlaban el acceso a la calle donde estaban las cárceles ante cuyas puertas se encendieron unos fuegos. Pero a alguien se le ocurrió que así se podía descubrir a una posible banda de gitanos la ubicación de la cárcel y de las centinelas, y los fuegos se apagaron. Al día siguiente, la mujer de uno de los dos condenados consiguió ver al marido en presencia del juez; tras abrazarlo, le dijo: «¿Verdad que es guapo? ¡Qué lástima tener que colgarlo!». El puente estaba a una milla de la cárcel y se organizó un auténtico sistema de vigilancia ante la posibilidad de una intervención en auxilio de los condenados por parte de los gitanos. Pero toda la puesta en escena servía para desalentar cualquier intento o movimiento de los gitanos la noche antes y el mismo día de la ejecución. Aparecieron los condenados encima de un carro, acompañados de dos hijos, y pasaron por medio de la muchedumbre. Llegados al cadalso, uno de los dos le dijo al verdugo: «Ahora, John, ¡haz bien tu trabajo!». Se llamaban Jamieson y McDonald. El juez ordenó enterrarlos en una esquina del cementerio de Linlithgow, pero la gente, horrorizada, los exhumó y volvió a enterrarlos en una fosa fuera del pueblo.

Durante todos los siglos XVII y XVIII, en Escocia las desavenencias entre gitanos y no gitanos fueron muchas y ásperas, fue una guerra declarada oficialmente por el Estado en 1609, como se ha dicho, a la que los gitanos respondieron con métodos de resiliencia y de resistencia a veces violentos: incluso Scott42 refiere el caso de un tinker que en 1784 mató a un chavalito golpeándolo contra un árbol porque lo había descubierto robar unas patatas. Pero ya las primeras investigaciones sobre la historia de los gitanos en Escocia emprendidas por el abogado David Hume43 y por Walter Simson44, y sucesivamente continuadas por McRitchie45, proporcionan un escenario significativo46. Hacia mediados del siglo XIX, James Simson47, hijo de Walter Simson, escribió que los delitos imputados a los gitanos más temidos eran los incendios de casas y cosechas, así como el rapto de niños. Este último temor estaba tan arraigado que un hombre cabal, si no estaba conforme con el comportamiento de su propio hijo, llegaba a espetar a su esposa: «¿Tú estás segura de que es nuestro? Seguro que los tinkers nos lo han cambiado, ¡nos han dejado a un hijo suyo y se han llevado al nuestro!».

Precisamente en el siglo XVIII, en Londres, tuvo lugar el que tal vez sea el más famoso juicio por rapto imputado a una gitana y que incluso hoy en día sigue considerado un «misterio histórico». Corría el año 1753, cuando Escocia ya llevaba unos cincuenta años unida a Inglaterra. Elisabeth Canning, una criada, acusó a la gitana Mary Squires de haberla raptado y encerrado durante un mes. Tras su detención, en un primer momento la gitana fue condenada; pero un segundo juez tuvo dudas, realizó sus pesquisas y reabrió el juicio. Esta vez exculpó a la gitana y condenó a la criada por perjurio a la deportación por un período de siete años. El juicio tuvo un gran eco y la opinión pública se dividió en «Canningites» y «Egyptians»; tras la sentencia, el segundo juez fue agredido e insultado por la calle, y la opinión pública se mantuvo claramente hostil hacia la gitana. El hecho fue largamente citado en la historia del derecho procesal inglés y tuvo diversas versiones literarias, entre las cuales citamos una tempestiva Histoire d’Elisabeth Cunning de Voltaire en 1762. Tal y como afirma Houghton-Walker, el foco de atención sobre el juicio «sirvió para acrecentar los espantosos tópicos populares sobre los gitanos, considerados inhumanos y peligrosos criminales»48.

Que se sepa, este es el único juicio celebrado en la época moderna donde aparece una gitana acusada del rapto de una mujer adulta, —¡no de un niño!— porque, aunque James Simson insista en afirmar que, aunque poco, los gitanos sin duda tenían el hábito de raptar niños49, no es capaz de aportar ningún otro ejemplo que no sea el de Adam Smith, y volvamos pues al tema que nos ocupa.

Exculpada pues Mary Squires, el rapto del pequeño Adam Smith sigue siendo el único rapto «demostrado» fuera del ámbito literario, aunque nunca haya sido confirmado por un tribunal: se trata de un rapto que tuvo lugar en torno a 1726-1727, cuya noticia oficial se difundió solo en 1790 a partir de la narración de una persona no perteneciente a la familia, sino por un conocido y los descendientes de este último. A diferencia de tantos tinkers contemporáneos de los cuales conocemos nombre y apellido, culpables de otros delitos, la raptora y los raptores de nuestra historia siguen siendo anónimos y, en determinadas narraciones, solo supuestos e invisibles.
¿Cómo se ha demostrado el rapto de Adam Smith? Hay dos vías que se han consolidado. La primera es la divulgación de la biografía escrita por Stewart de 1793/1794 que a menudo fue reeditada en forma de prólogo de las mismas obras de Smith y que encontramos traducida en diversos idiomas ya en la primera mitad del siglo XIX. Esta vía exalta el rapto de Adam Smith en la historia económica internacional. La segunda surge de la influencia de las obras de sir Walter Scott, el famoso «inventor» de la novela histórica que a principios del siglo XIX será una especie de influencer en la construcción de la figura del «gitano escocés», y así se manifiesta en 1815 con una carta y una novela. En ese año, John Hoyland, un cuáquero interesado en la promoción social de los gitanos, realiza un sondeo en el Reino Unido recogiendo noticias por medio de un rudimentario cuestionario a diferentes administradores de diversos condados. En la publicación que verá la luz el año siguiente, en un capítulo dedicado concretamente al «Present State of the Gypsies in Scotland», se reproduce una carta de Walter Scott en su calidad de sheriff del condado de Selkirk, al sur de Edimburgo50. Scott esboza las características de los tinkers/gypsies que cruzan el territorio de su competencia, describiéndolos como comerciantes ínfimos de mercadería menuda, fabricantes de utillaje en hueso que se pueden dedicar a la caza furtiva y a los pequeños robos; practican una endogamia estricta y «la gente les tiene una suerte de horror»; refiere haber contribuido a extirpar de la región algunas de las «más sanguinarias familias», y opina que ellos no pertenecen a una auténtica «raza oriental», sino que están «mezclados con nuestros delincuentes y maleantes nacionales». Precisamente Wim Willems51 subraya que aquí aparece por primera vez el tema de los gitanos de «sangre mixta», que llevará a mil disquisiciones racistas sobre la identidad del «gitano auténtico» y a las nefastas tragedias nazis. En 1815 sale también Guy Mannering; en su producción literaria, Walter Scott echó mano a menudo de personajes gitanos52, pero los más famosos son aquellos que aparecen en esa novela y de los cuales el autor escribe una breve descripción etnográfica; en ella corrobora la idea de la «raza mixta» «que a los hábitos cicateros y de latrocinio de sus antepasados de Oriente, unieron la crueldad de los montañeses del norte», como reza una traducción italiana de 183853. Ambientada en los años Sesenta del siglo XVIII, narra los contradictorios vínculos entre gitanos y terratenientes en un período en el que, a raíz de los cercamientos de las tierras, se empezaron a poner en tela de juicio las autorizaciones que los segundos concedían a los primeros para que se instalaran en sus tierras a cambio de servicios y favores. La figura principal es Meg Merrilies quien, aunque sea gitana, bruja y ladrona, profesa una lealtad absoluta hacia su patrón, incluso después de que él echara de sus tierras a todo su clan. La gitana se toma a pecho la vida del chiquillo del lord, si bien la mujer del lord no se fíe de ella y decida que un preceptor no lo pierda nunca de vista. Este último se compromete seriamente en su tarea, «estremeciéndose solo al pensar que su alumno pueda ser raptado por los gitanos, como Adam Smith»54. El niño será raptado de verdad, los gitanos serán inculpados y posteriormente exculpados tras encontrar a los verdaderos culpables. El pasaje ahora mencionado, en el que aparece el nombre de Adam Smith, tiene una transcendencia considerable: al citar un hecho histórico «real» dentro de una narración literaria que se sirve de una historia local como trama, Scott incluye a los gitanos no raptores en una supuesta genealogía «histórica» de gitanos raptores que los hace eternamente raptores por naturaleza. Así pues, es la autoridad del novelista Scott, en cuanto al rapto de Adam Smith, la que aprovecha Walter Simson como introducción a la historia criminal de los gitanos escoceses; y es la autoridad del novelista Scott en cuanto al rapto de Adam Smith la que aprovecha James Simson55 cincuenta años más tarde para refutar los datos etnográficos de Borrow 56, ¡el cual se había atrevido a negar la existencia de los raptos de niños por parte de los gitanos ingleses! ¡Adam Smith fue raptado por los gitanos porque Scott lo había escrito en la novela!

La figura de Meg Merrilies y el papel de los gitanos en la obra de Scott han sido brillantemente analizados por Deborah Epstein Nord57, quien subraya que «los gitanos de Scott ocupan un lugar icónico en la memoria cultural colectiva del pueblo escocés y parecen, a veces, sustituir el valioso pasado nacional que Scott, como anticuario, se había comprometido a recuperar»58. En efecto, para Scott los gitanos forman parte de la amalgama cultural que conforma la identidad escocesa, forman parte pues de la historia de Escocia, si bien de forma contradictoria, si bien socialmente apartados, si bien temidos, si bien, a raíz de la revolución industrial, obligados a dispersarse al ser excluidos de los lugares tradicionales de la vida social. El personaje de Meg Merrilies, a su vez lo reconstruye Scott basándose en la figura histórica de Jean Gordon, una gitana famosa por su lealtad hacia los Stewart cuando estos, a mediados del siglo XVIII, tratan de recuperar el trono de Escocia. Su fama se hará enorme a principios del siglo XIX, y se duplicará en otras novelas, obras teatrales y pinturas, dando vida a una auténtica «Meg-manía»59. Los gitanos raptores de niños ocuparon muchas páginas de la literatura inglesa del período victoriano, como ha analizado detalladamente Jodie Matthhews60. Y a Meg Merrilies se referirá a menudo Walter Simson61, amigo de Walter Scott.

Este último era ávido por conocer la historia y el idioma de los gitanos y Simson nos dice que a menudo su amigo escritor lo animaba a llevar a cabo sus investigaciones. La historia los presentaba según se hablaba de ellos en los documentos de archivo que a menudo reproducían los actos de indisciplina de los gitanos, antes que su cotidianidad. Los bandoleros gitanos y sus vidas supuestamente secretas formaban parte de la fascinación. En 1818, se publica en el Blackwood’s Edinburgh Magazine, un detallado resumen de la Relation de Weissnbruch de 1727 (¡el mismo año o el año después del supuesto rapto de Smith!) en el que se cuentan los hechos de un famoso grupo de bandoleros gitanos que fueron ahorcados en Giessen, en el Langraviado de Hessen-Darmstad (Sacro Imperio Romano Germánico). Al referir los actos de bandolerismo, el autor no se exime de condenar las crueles leyes contra los gitanos y las torturas a las que se sometían los acusados durante los juicios, llegando a justificar la conducta de los gitanos como fruto de la desesperación de quien está obligado a convertirse en un «animal de presa salvaje»62. El autor es anónimo, pero podemos suponer que es el mismo Scott quien, nos consta, proporcionó a Walter Simson63 una traducción manuscrita del texto alemán. Este último, entre 1817 y 1818, publica en el Blackwood’s Edinburgh Magazine unos cincuenta artículos sobre la historia de los gitanos en Escocia y, en especial, en el condado de Fife. Simson seguirá trabajando en sus investigaciones sobre historia, costumbres e idioma de los gitanos escoceses hasta 1831, pero su libro se publicó póstumo solo en 1866 con una edición de su hijo James Simson, el cual interpoló el texto del padre con comentarios y anotaciones sobre el racismo de la segunda mitad del siglo XIX. Ahora bien, Simson padre cita el Guy Mannering desde 181764 , reproduciendo todo el pasaje de Scott sobre los gitanos, y comienza su libro citando igualmente el Guy Mannering hablando de sus relaciones con Walter Scott, de sus debates y de sus intercambios epistolares visto que el escritor era «quite delighted with Gipsies»65. Refiere el caso66 de esa gitana que, detenida por robo precisamente por el aguacil Scott y condenada a los trabajos forzados, trata de suicidarse cortándose las venas con unas tijeras; indultada y liberada, vuelve a prisión tras cuatro horas de libertad porque pillada robando… En los artículos publicados en 1817-18, de los gitanos se exponen con muchos detalles esencialmente acciones de bandolerismo, robos y enfrentamientos con la autoridad. Al reproducir las acciones de bandolerismo, incluso Simson no se exime de condenar las crueles leyes contra los gitanos y, aunque, sorprendentemente, no se trata de reconstruir el rapto de Adam Smith, la figura de Meg Merrilies es omnipresente y se menciona a menudo: se trata de los hechos históricos que se parecen a las aventuras narradas en el Guy Mannering, y no viceversa. Heroísmo gitano y bandolerismo gitano se fusionan, así como se fusiona la historia de los gitanos con la de los clanes escoceses.

Son décadas en las que, en diferentes campos del conocimiento, se trata de reconstruir la historia de la humanidad. Sabemos que en esta historia emprendida estuvieron en la vanguardia los ilustrados tanto franceses como escoceses. El mismo Adam Smith67 en sus clases universitarias había contribuido a construir desde los años Cincuenta del siglo XVIII la llamada teoría de los «cuatro estadios», según la cual las diferentes sociedades pasan de la etapa de la caza a la del pastoreo nómada, luego a la de la agricultura sedentaria y, por último, a la del comercio68. Era el período en que los Indios de América «se presentaban como el pueblo que más se diferenciaba, en la manera de vivir, de los Europeos» . Considerados los «parias de Escocia» por Walter Scott, nacidos en su opinión de la unión de un pueblo oriental con los feroces montañeses autóctonos, él compara su vida precisamente con la de los Indios que viven «en medio de las plantaciones de los Europeos»69, «viajando en grupos separados» y «eran, igual que aquellos, juzgados por sus costumbres, hábitos y opiniones de acuerdo con las normas adoptadas por los pueblos civilizados»70. Resulta evidente que esta «población apartada» no está fuera de la historia, desde el momento que, a pesar de las leyes contra los gitanos, y «pese a tal severidad, la colectividad siguió adelante en medio de las calamidades que azotaron el reino; y además crecieron mucho en número, a despecho de la guerra, de la carestía y de la tiranía que habían menguado duramente su forma de supervivencia»71. Ningún autor nos dice abiertamente en cuál de los cuatro estadios deberían ubicarse, pero si Walter Scott subraya que «nadie era más hábil que los gitanos en la pesca o en levantar la caza», comparándolos pues a los pueblos cazadores. Un médico de Edimburgo, algunas décadas más tarde afirma que «viven como los Árabes», que prefieren la tienda a la cabaña», añadiendo que «la suya es la vida del animal salvaje, inalterada e inalterable», «que su naturaleza animal, sus instintos, toda su visión de la vida y sus finalidades difieren esencia y eternamente de los nuestros»; su secreto consiste en no casarse «con otras razas: hacia la raza sajona y las blancas, ellos tienen el mismo horror que tiene el Sajón por el Negro»72. Ubicados en la historia o en la naturaleza, ellos sin duda son diferentes de los grandes pueblos de comerciantes marítimos, pero sobre todo de los pueblos agricultores entre los cuales viven.

Podemos pues entender por qué en las narraciones del pequeño Adam la escena de los hechos a veces es Kirkcaldy (población de comercios marítimos, vinculado al padre) y otras es Strathenry (población agrícola, vinculada a la madre), acabando en esa aldea rural con castillo, como para sellar la lucha secular local entre nómadas y agricultores terratenientes. Pero también podemos entender el sentido de los rumores que hallamos en el murmullo secular que rodea el supuesto rapto. Desde el punto de vista de los individuos, por un lado hay una mala, pobre gitana, raptora anónima; por el otro en cambio, está una viuda aunque acomodada señora, madre atenta de un niño enfermizo pero que resultará bueno, generoso y genial. Este esquema —mujer contra mujer— se encuentra a menudo en las narraciones de la gitana raptora, nos dice Tosi Cambini73. En este caso, la diferencia reside en que en este trío se interpone el tío materno, quien restablece una estrecha unión madre-hijo que seguirá existiendo, como dicen los biógrafos, hasta la muerte de ambos, ya que Smith nunca se casará. Pero es desde el punto de vista de los grupos sociales que aparece la peculiaridad que ha mitificado el evento: existe el tópico antagonismo entre terratenientes y maleantes, pero se vislumbra al horizonte la futura interconexión de las grandes sociedades del cambio libre, del cual Adam Smith será el abanderado; existe la Modernidad, de la cual Adam Smith está considerado precisamente uno de los cofundadores. Y hacia esta dirección van los rumores.

Ya en el necrológico del Caledonian Mercury de 1790 se dice que el niño fue «milagrosamente devuelto a la madre y al mundo», reconociendo en los gitanos raptores una fuerza premoderna contra el progreso y el futuro; Dugald Stewart, por su parte, vio en el tío materno «el feliz instrumento que conservó para el mundo un genio destinado no solo a ampliar los confines de la ciencia sino también a iluminar y a reformar la política comercial de Europa»74. De la misma forma, William Smellie75 afirmó que el tío materno lo salvó de la «oscuridad», a él «que estaba destinado a iluminar el mundo con sus enseñanzas». El filósofo y político francés Victor Cousin76, recrudeciendo aún más las palabras de Dugald Stewart, afirmó que ¡se tuvo que recurrir a la fuerza para quitarles a los «astutos raptores» guarecidos «en las entrañas» del bosque al «fundador de la Economía Política!». Pocos años antes, Jean-Baptiste Say, el famoso economista, dijo que «sin el arrojo y la rapidez del tío, el hombre cuyas luces ya han ejercido una favorable influencia sobre el destino de las naciones y que está destinado a ejercer una aún mayor, nunca habría sido capaz de desarrollar sus facultades intelectuales. A saber ¡a lo mejor se habría convertido en un jefe de bandoleros!»77. Incluso Rae, en las postrimerías del siglo XIX, como hemos visto, auguraba un destino desolador, temiendo que se convertiría en un «pobre gitano». E incluso en diciembre de 2016 hay quien se pregunta «¡cuán diferente habría podido resultar la historia del pensamiento económico si, de no haberlo liberado, Adam Smith hubiera crecido entre los gitanos y se hubiera ganado la vida leyendo las cartas del tarot y dedicándose a robar carteras!»78. Comentarios irónicos de este tipo ya circulaban en el siglo XIX. A veces, se citaba el texto que ahora reproducimos de James Simson, que remite de nuevo a los Indios:

Resulta curioso pensar en cómo podría ser actualmente la situación política de muchas naciones, y de Gran Bretaña en particular, si el padre de la economía política y del libre cambio, como se le suele llamar, hubiera tenido que pasar su vida en un campamento gitano y, al igual que un hombre blanco trasladado a un wigwam indio, en circunstancias parecidas, hubiera adquirido todas sus costumbres y las hubiera hecho suyas, más incluso que los mismos gitanos; trasteando con ollas, sartenes, calderas y chatarra, en lugar de separar el mineral de una espléndida ciencia de los detritos que durante generaciones se le han ido amontonando alrededor, y convirtiéndola en uno de los más nobles monumentos de los tiempos modernos79.

Algún otro ironiza diciendo que su rapto parece «tan incorregiblemente antieconómico»80, mientras hay quien constata que su liberación ha sido sin duda una buena noticia para la madre, aunque se pregunta si habrá sido tan buena también para el resto del mundo: «¿el mundo hoy sería mejor si los gitanos se hubieran quedado con Smith?»81. Incluso la página web del Columbia College declara que sería «fascinante tomar en consideración la idea de que el mundo ha corrido el riesgo di ser privado de uno de sus más geniales reformistas de la política comercial por mano de aquellos que más están al margen de la política económica institucional y por tanto a ella más reacios»82. Alguna lectura sicoanalítica, luego, hurga en el posible vínculo entre el rapto y las teorías de Smith. William Scott insistía en afirmar que, según la reconstrucción realizada, el niño tuvo que haberse quedado bastante tiempo en manos de sus raptores, no sólo pocas horas, y «esto es realmente importante»83. En efecto, si el rapto desapareció de su memoria, el shock permaneció sin duda en su subconsciente y esto «generaría una actitud que sería contraria a toda conformidad forzada y preparada para recibir todo lo que iba en dirección a la libertad»84. No quiero sugerir», continúa el autor «que tenemos que buscar en ese episodio el origen de la doctrina del Libre Cambio», sino que el suceso hizo, en su opinión, receptivo a Adam Smith a todas las luces que luego le sugirieron sus reflexiones. A pesar de las críticas ya mencionadas de Fae a esta lectura, hay quien va más allá. Un autor reciente, Charles Wolfe, encuentra un indicio cierto de ese shock en el hecho de que el narrador en la Teoría de los sentimientos morales sea impersonal.

¿Quién habla aquí? Un narrador disfrazado que nunca dice «yo». Sin duda esto tiene que ver con un incidente que sufrió Smith en temprana edad: fue raptado por unos gitanos y secuestrado por algunas semanas [¡sic!] antes de ser devuelto a la familia: ¡una experiencia que puede ofrecer un sentido decisivo de los mecanismos constitutivos de la sociedad85!

Hoy existe una página web («abducted by gypsies?»)86, donde se debate sobre la veracidad o la falsedad del rapto de Smith, donde la obviedad del mito empieza a tambalearse, pero donde los usuarios de la web descubrirán que, en determinadas partes del mundo, los gitanos siguen raptando personas…Sin embargo, me importa subrayar otro hecho: desde hace más de dos siglos, en las biografías o en los textos de historia de la economía, el rapto sigue siendo un leitmotiv transmitido e interpretado de varias maneras; y, en cambio, resulta totalmente ausente en los miles de textos sobre investigaciones rom del mismo período. Así pues, en toda la colección del famoso Journal of the Gypsy Lore Society, una revista nacida (¡en Edimburgo!) en 1888 (que sigue publicándose en la actualidad bajo la cabecera Romani Studies)87, he encontrado una sola, única, referencia en un artículo que es una simple actualización de noticias sobre gitanos publicadas en los periódicos europeos y americanos de 1907. Redactado por Henry T. Crofton, uno de los más reputados historiadores del mundo gitano, el pasaje reza así sin algún comentario:

Un periódico escocés ha referido que cuando Adam Smith, el autor de La riqueza de las naciones, tenía tres años, la madre lo llevó a casa del abuelo que vivía a orillas del río Eden, y que lo perdió durante tres días. Fue encontrado en un bosque, donde una gitana o una tinker lo soltó y puso pies en polvorosa nada más ver a los rescatadores88.

No se trata de la enésima versión del mito la que capta nuestra atención, sino el hecho de que la noticia fuera mermada, y el sucesivo, excesivo, silencio por parte de los redactores quienes, en lo referente a todo lo que respecta a los gitanos, sobre todo del Reino Unido, hurgan en todas las noticias. Y aflora la duda: en su gitanofilia, los estudiosos de temas rom nunca han hablado del rapto porque no se lo creían o ¿porque en el fondo sí se lo creían y, por tanto, era algo que se debía tener callado para no desprestigiar aún más a los gitanos? Las realidades míticas no raptan sólo a los filósofos, tal y como ha demostrado este texto, sino también a aquellos que creen estar inmunes a su influencia.

Notas bibliográficas

  1. BOWIE, FIONA: The anthropology of religion, Blackwell, Malden (MA), 2006. ↩︎
  2. PIASERE, LEONARDO: Buoni da ridere, gli zingari. Saggi di antropologia storico-letteraria, CISU, Roma, 2006, pp. 75-190. ↩︎
  3. MAYALL, DAVID: Gypsy-travellers in nineteenth-century society, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p. 222. ↩︎
  4. Ibídem, p. 82; PIASERE, LEONARDO: Antigitanismo, Buenos Aires, Voria Stefanovsky Editores (traducción de Dina Picotti), 2018, pp. 46-50. ↩︎
  5. SALO, SHEILA: Stolen by Gypsies’: the kidnap accusation in the United States, en C. DeSilva – J. Grumet – D. J. Nemeth, Papers from the Eighth and Ninth Annual Meetings, Gypsy Lore Society, North American Chapter, New York, 1988, pp. 25-41. ↩︎
  6. TOSI CAMBINI, SABRINA: La zingara rapitrice, CISU, Roma, 2008. ↩︎
  7. LEIMGRUBER, WALTER – MEIER, THOMAS – SABLONIER, ROGER: DasHilfswerkfür die Kinder der Landstrasse. HistorischeStudieaufgrund der Akten der Stiftung Pro JuventuteimSchweizerischenBundesarchiv, EDMZ/ SchweizerischesBundesarchiv, Berna. 1998; SALETTI SALZA, CARLOTTA: Dalla tutela al genocidio? Le adozioni dei minori rom e sinti in Italia (1985-2005), CISU, Roma, 2010. ↩︎
  8. HEILBRONER R. L.: Adam Smith Scottish Philosopher, 2016, en línea en: https://www.britannica.com/biography/Adam-Smith [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  9. PELANDA, ANNA: Nota biografica, en A. Smith, La ricchezza delle nazioni, edición de A. y T. Bagiotti, De Agostini, Novara (ebook), 2013. ↩︎
  10. Por ejemplo, ZANINI, ADELINO: Adam Smith. Economia, morale, diritto, Bruno Mondadori, Milán, 1997. ↩︎
  11. ROSS, IAN SIMPSON: The life of Adam Smith, Oxford University Press, Oxford, 2010, pp. 11-15. ↩︎
  12. Caledonian Mercury, 22 de julio de 1790, p. 3. ↩︎
  13. «El difunto Doctor Smith renunció a su plaza de profesor para viajar con Su Gracia, el actual Duque de Buccleugh. Sus obras se tienen en gran consideración y se han citado tanto en el Parlamento de Gran Bretaña como en la Asamblea Nacional de Francia. Ellas han contribuido a ese espíritu de libertad que hoy tanto predomina; y se puede atribuir a su La riqueza de las naciones la primera sugerencia para el Tratado comercial con Francia [de 1786].
    Una anécdota de cierto relieve la protagonizó el Doctor Smith durante su infancia y que casi llegó a privar al mundo de sus grandes dotes literarias. Una gitana se lo quitó a sus padres, en Kirkcaldy y durante cierto tiempo se hicieron minuciosas pesquisas, pero sin éxito, hasta cuando un caballero comunicó haber visto por la calle a un niño que lloraba lastimosamente en brazos de una pobre mujer. Unas personas fueron enviadas enseguida a buscar a lo largo de la calle indicada por el caballero y afortunadamente dieron con la mujer: ella de inmediato soltó al niño que así fue milagrosamente devuelto a sus amigos y al mundo». ↩︎
  14. RAE, JOHN: Life of Adam Smith, Macmillan, London & New York, 1895, p. 436. ↩︎
  15. SAHLINS, MARSHALL: Storie d’altri, Guida, Nápoles, 1992. ↩︎
  16. TOSI CAMBINI, SABRINA: Óp. cit. ↩︎
  17. ZANINI, ADELINO: Óp. cit., p. 3. ↩︎
  18. Es un bosquecillo que en 1840 ocupaba 350 acres, o sea poco menos de 142 hectáreas. LEIGHTON, JOHN M.: History of the County of Fife, vol. III, Swan, Glasgow, 1840, p. 190. ↩︎
  19. LÉVI-STRAUSS, CLAUDE: Structural analysis in Linguistics and Anthropology, «Word», vol. I, n. 2, 945, 1945, pp. 1-21; LÉVI-STRAUSS, CLAUDE: Quei parenti così arcaici, «La Repubblica», 24 de diciembre, 1997. ↩︎
  20. En la época encontramos el término escrito también como «gipsy», «gypsey», «gipsey». ↩︎
  21. STEWART, DUGALD: Resoconto della vita e delle opere di Adam Smith, Liberi libri, Macerata, 2001, pp. 4 y 13. ↩︎
  22. RAE, JOHN: Óp. cit., pp. 4-5. ↩︎
  23. ROSS, IAN SIMPSON: Óp. cit., p. 18. ↩︎
  24. Ibídem, p. 23. ↩︎
  25. SCOTT, WILLIAM R.: Adam Smith as Student and professor, Jackson, Son and Company, Glasgow, 1937, pp. 22-25. ↩︎
  26. En línea en: https://canmore.org.uk/site/30012/strathenry-castle [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  27. SCOTT, WILLIAM R.: Adam Smith as Student and professor, Jackson, Son and Company, Glasgow, 1937, p. 25. ↩︎
  28. FAY, CHARLES RYLE: Adam Smith and the Scotland of his day, Cambridge University Press, Cambridge, 1956, p.17. ↩︎
  29. ROSS, IAN SIMPSON: Óp. cit., p. 453. ↩︎
  30. COUSIN, VICTOR: Adamo Smith. La sua vita e le sue opere, en Adam Smith, Ricerche sopra la natura e le cause della ricchezza delle nazioni, Pomba, Turín, 1851, p. VII. ↩︎
  31. SHAW W. S.D.: Adam Smith philosophy, life and legacy, en línea en: http://www.livingphilosophy.org.uk/philosophy/Adam-Smith [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  32. Caer Caledon: Dramatic Scenes from the History of Kirkcaldy. Episode VIII. A Constellation, AD 1778, en línea en: http://www.historicalpageants.ac.uk/pageants/1109. ↩︎
  33. WOLFE, CHARLES T.: La crypto-normativitéd’Adam Smith, en T. Belleguic – E. Van der Schueren – S. Vervacke (a cura di), Les discours de la sympathie. Enquête sur une notion de l’âgeclassique à la modernité, pp. 459-472, Les Presses de l’Université Laval, Laval, 2007, p. 60. ↩︎
  34. HEILBRONER R. L.: Óp. cit. ↩︎
  35. En línea en: http://www.thhs.qc.edu/ourpages/auto/2012/2/14/46149826/Adam%20Smith%20Part%201.pdf [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  36. FARINA, WILLIAM: The Afterlife of Adam Smith. The Influence, Interpretation and Misinterpretation of His Economic Philosophy, 1760s-2010s, McFarland & C., Jefferson (NC), 2015, p. 47. ↩︎
  37. The Core Curriculum. Adam Smith 1723 CE – 1790 CE, en línea en: https://www.college.columbia.edu/core/content/adam-smith [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  38. En línea en: http://uncyclopedia.wikia.com/wiki/Adam_Smith [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  39. SIMSON, WALTER: Notices concerning the Scottish Gypsies», Blackwood’s Edinburgh Magazine, vol. I, 1817. ↩︎
  40. MAC RITCHIE, DAVID: Scottish Gypsies under the Stewarts, Douglas, Edimburgo, 1896. ↩︎
  41. SIMSON, JAMES: Editor’s Introduction, en SIMSON, WALTER: History of the Gipsies: with specimens of the Gipsy language. Edited, with Preface, Introduction, and Notes, and a Disquisition on the Past, Present and Future of Gypsydom, by James Wilson, Doolady/Sampson Low & Son, New York/London, 1866, pp. 133-137. ↩︎
  42. SCOTT, WILLIAM R.: Óp. cit., p. 24. ↩︎
  43. HUME, DAVID: Commentaries on the Law of Scotland Respecting the Description and Punishment of Crimes, Balfour, Edimburgo, 1797. ↩︎
  44. SIMSON, WALTER (1817): Óp. cit.; SIMSON, WALTER: Anecdotes of the Fife Gypsies, en «Blackwood’s Edinburgh Magazine», 1817-1818, vol. II, pp. 282-285, 523-527; vol. III, pp. 14-18; 393-398. ↩︎
  45. MAC RITCHIE, DAVID: Óp. cit. ↩︎
  46. Los historiógrafos fueron en absoluto los primeros en llevar a cabo investigaciones documentales sistemáticas sobre los gitanos: David Hume no los olvidó en sus reconstrucciones de los juicios criminales , mientras que Walter Scott publicó una serie de artículos concentrándose en la historia de los gitanos del condado de Fife, precisamente donde nació y vivió Adam Smith. ↩︎
  47. SIMSON, JAMES: Óp. cit., p. 45. ↩︎
  48. HOUGHTON-WALKER, SARAH: Representations of the Gypsy in the Romantic Period, Oxford University Press, Oxford, 2014, p. 32. ↩︎
  49. SIMSON, JAMES: Óp. cit., p. 45. ↩︎
  50. HOYLAND, JOHN: A historical survey of the customs, habits, & present state of the Gypsies, Alexander, York, 1816, pp. 93-96. ↩︎
  51. WILLEMS, WIM: In Search of the True Gypsy. From Enlightenment to Final Solution, Cass, London, 1997, pp. 143-144. ↩︎
  52. DE VAUX DE FOLETIER, FRANÇOIS: Le romantisme écossais, Walter Scott et les Tsiganes, en «Étudestsiganes», n. 2, 1984, pp.1-6. ↩︎
  53. SCOTT, WALTER: Óp. cit., p. 243. ↩︎
  54. Ibídem, p. 247. ↩︎
  55. SIMSON, WALTER (1817): Óp. cit., pp. 155-156. ↩︎
  56. BORROW, GEORGE: The Zincali, Murray, Londres, 1841, pp. 83-84. ↩︎
  57. EPSTEIN NORD, DEBORAH: Gypsies and the British Imagination, 1807-1930, Columbia University Press, New York, 2006, pp. 21-42. ↩︎
  58. Ibídem, p. 25. ↩︎
  59. Ibídem, p. 26. ↩︎
  60. TOSI CAMBINI, SABRINA: Óp. cit. ↩︎
  61. SIMSON, WALTER (1817): Óp. cit, p. 113. ↩︎
  62. ANÓNIMO: The Gypsies of Hesse-Darmstadt in Germany, en «Blackwood’s Edinburgh Magazine», vol. II, 1818, p. 414. ↩︎
  63. SIMSON, JAMES: Óp. cit., pp. 79-86. ↩︎
  64. Ibídem, pp. 48-49. ↩︎
  65.  Ibídem, p. 57. ↩︎
  66. SIMSON, WALTER (1817): Óp. cit., p. 53. ↩︎
  67. SMITH, ADAM [1896]: Lezioni di Glasgow, Milán, Giuffré, 1989. ↩︎
  68. MEEK, RONALD L.: Smith, Turgot e la teoria dei ‘quattro stadi’, en R. Faucci – E. Pesciarelli (edición de), L’economia classica, Feltrinelli, Milán, 1976, pp. 93-109. ↩︎
  69. Ibídem, p. 29. ↩︎
  70. SCOTT, WALTER: Guido Mannering, in Collezione completa dei romanzi storici, tomo II, pp. 221-465, Gaetano Mobile, Nápoles, 1838, p. 244. ↩︎
  71. Ibídem, p. 243. ↩︎
  72. KNOX, ROBERT: The Races of Men, Lea & Blanchard, Filadelfia, 1850, pp.103-104. ↩︎
  73. TOSI CAMBINI, SABRINA: Óp. cit. ↩︎
  74. STEWART, DUGALD: Óp. cit., p. 3. ↩︎
  75. SMELLIE, WILLIAM: Literary and Characteristical Lives of John Gregory, Henry Home, Lord Kames, David Hume and Adam Smith, Smellie et al., Edimburgo, 1800, p. 212. ↩︎
  76. COUSIN, VICTOR: Óp. cit., p. VII. ↩︎
  77. SAY, JEAN-BAPTISTE: Cours complet d’économie politique pratique, tomo 4, Meline, Bruxelles, 1832, p. 289. ↩︎
  78. EBELING R. M. 2016: Economic Ideas: Adam Smith On Moral Sentiments, Division of Labor And The Invisble Hand, en línea en: http://www.fff.org/explore-freedom/article/economic-ideas-adam-smith-moral-sentiments-division-labor-invisible-hand. ↩︎
  79. SIMSON, JAMES: Óp. cit., p. 45. ↩︎
  80. BUCHAN, JAMES: Capital of the Mind. How Edimburgh Changed The World, Murray, Londres, 2003. ↩︎
  81. SHAW W. S.D.: Óp. cit. ↩︎
  82. The Core Curriculum. Adam Smith 1723 CE – 1790 CE: Óp. cit. ↩︎
  83. SCOTT, WILLIAM R.: Adam Smith as Student and professor, Jackson, Son and Company, Glasgow, 1937, p. 25. ↩︎
  84. Ibídem. ↩︎
  85. WOLFE, CHARLES T.: Óp. cit., p. 60. ↩︎
  86. En línea en: http://boards.straightdope.com/sdmb/archive/index.php/t-484404.html [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
  87. Se trata de una revista que desde el comienzo del siglo XX ya había establecido la articulación lingüística de los diferentes grupos de gitanos escoceses. (cfr. Por ejemplo a Russel 1914-15). ↩︎
  88. CROFTON, HENRY THOMAS: Affairs of Egypt, en «Journal of the Gypsy Lore Society», n.s., vol. II, n. 2, 908, p. 129. ↩︎
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