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MATERIALES
Roni Horn: Tú eres el tiempo, Nuria Enguita Mayo

Nuria Enguita Mayo realiza una aproximación a la obra de Roni Horn a partir de la noción de hábito, como hueco del tiempo que se abre en cada ser. En su propuesta existencial, el instante presente supone una potencia positiva frente a la clasificación y la imagen cerrada, única y épica del arte.
Nuria Enguita es Directora de Bombas Gens Centre d’Art de Valencia,…

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A una casa de rosas no te acerques…
demasiado, que estragos de una brisa
o el rocío inundándola —una gota—
abatirán su muro, amedrentado.
Y atar no intentes a la mariposa,
ni escalar setos del arrobamiento.
Hallar descanso en lo inseguro
está en el mismo ser de la alegría.

Emily Dickinson

Frente a la denominación cerrada del mundo, las personas y las cosas que lo habitan, Roni Horn plantea la apertura que supone lo indeterminado, lo inestable, la presencia indefinida y siempre diferente, tanto de la figura como del paisaje. En su trabajo el binomio naturaleza-cultura no solo establece una dialéctica compleja sino que nos facilita un modo de mirar, un modo de sentir y experimentar, un continuo por ejemplo: las personas, las cosas, el paisaje, solo existen en sus relaciones; el espacio no está vacío, se forma en la interrelación continua de los cuerpos; los cuerpos no poseen una sola imagen y la experiencia se produce en un tiempo único y distinto. Su obra ni describe ni comenta, tampoco representa simbólicamente, más bien interroga, cuestiona nuestras convicciones, y ofrece imágenes, materiales, formas, y espacios que escapan de la cultura normativa y de las representaciones dominantes por medio de una performatividad basada en la repetición, la serialización y otras estrategias de lenguaje, registro y archivo. Es el desplazamiento geográfico, físico, temporal e histórico, y lo que se va ganando, perdiendo y olvidando en todo ello, lo que le permite elaborar un punto de vista preciso, un hábito, un hábitat, hecho de lenguaje y materia.

Nuria Enguita Mayo realiza una aproximación a la obra de Roni Horn a partir de la noción de hábito, como hueco del tiempo que se abre en cada ser. En su propuesta existencial, el instante presente supone una potencia positiva frente a la clasificación y la imagen cerrada, única y épica del arte.

Tres conceptos surgen al analizar la obra de Roni Horn: materialidad, estructura y posición. El primero busca eliminar toda mediación posible entre el material y la obra; las cosas son lo que son, y se representan a sí mismas. El tema o el sujeto de su obra no es la representación de lo que se ve, siempre es otra cosa. El tema de You Are The Weather (Tú eres el tiempo), 1994-1995, no es el retrato de una persona, es el tiempo y el lenguaje. La materia significante no tiene un referente exterior, es en sí misma. Tanto en sus imágenes como en sus esculturas el material es el significado. La materialidad se acompaña por la estructura. Es esa estructura, esa sintaxis, la que establece una posibilidad para la experiencia concreta y por tanto, un enunciado que comunica. Horn no está interesada en representar un mundo, ni objetivo ni subjetivo, sino en ofrecer un objeto o unas imágenes para el pensamiento. Toda imagen tiene una doble posición, la del momento de su creación y la de su exposición, en el pasado y en el presente; pero en su caso es el espacio de sus obras el que está hecho de tiempo. Contemplando su trabajo asistimos a una espacialización de la mirada. Su única forma de trabajar es tener consciencia de ese instante poético en el que se produce una simultaneidad y una ambivalencia de la materia y del ser, una simultaneidad que es puro presente, fuera del tiempo extensivo de la vida. Ante trabajos como You Are The Weather, 1994-1996, Pi , 1998 o Still Water (The River Thames, for exemple), 1999, estamos en un momento de suspensión que empieza y termina con la obra.

Frente a la búsqueda de narratividad del arte contemporáneo Horn la evita, huye de ella en favor de una continua ruptura, una desconexión del tiempo lineal, superando la relación causa-efecto que damos a todos los procesos. El tiempo no es el tiempo de la duración bergsoniana, es el tiempo siempre nuevo del instante, que va creando un hábito, un espacio hecho por la repetición. En su libro Sobre los espacios, pintar, escribir, pensar, José Luis Pardo nos recuerda «la repetición de la experiencia, de acuerdo con Hume, no cambia nada en el paisaje, pero crea un “hábito”, da lugar a algo que no es empírico ni se deduce de la experiencia, sino que estaría inducido por ella…. El nacimiento de un hábito es el nacimiento de un hábitat, de un espacio. Los espacios son agujeros en el ser parmenideo eterno y compacto, inmóvil: son espacios de tiempo, fisuras abiertas en el ser y a través de las cuales… ¿Pasa el tiempo?»1. Islandia es un espacio propio para Horn. La observación empírica y la experiencia han hecho surgir algo, un hábito diríamos, que no es empírico, que no es observable, un reflejo donde dejar anidar su intimidad. Los continuos viajes y estancias en la isla desde 1975 han abierto una brecha y una escisión en su interior y la naturaleza primordial, su paisaje mutable, el estar allí, a fuerza de chocar contra sus ojos primero y después contra todo su ser, han hecho un hueco en su sensibilidad en el que habitar, en el que ser recordado, han desarrollado un órgano en el que sentir sus fuerzas.

Casi todas sus obras tienen su origen en una serie de libros que como cuadernos de trabajo van recogiendo su encuentro con el lugar. Son la serie de publicaciones To Place en las que la artista mapea su interacción física y emocional con la topografía, el clima y la arquitectura de Islandia. Cada volumen se compromete con un sistema distinto de conocimiento, una forma de registro diferente que se refiere tanto al lugar como a su propia experiencia en su siempre cambiante identificación con la isla.
No son diarios, pues, a diferencia de otros y otras artistas o incluso contrariamente a como se ha entendido su trabajo, Islandia no es el lugar que le permite mostrar una subjetividad formada a priori, al contrario, Islandia es una posibilidad de intentar comprender el mundo comprendiéndose a sí misma, la posibilidad de definir una mirada sobre las cosas. Es una promesa en acto: «Así es Islandia: acto, no objeto; verbo, nunca sustantivo. Islandia me enseñó que cada lugar es una ubicación única del cambio. Ningún lugar es un objeto fijo o determinado: he desechado la sustantividad del lugar. No tiene sentido»2.

Por eso sus cuaderno y libros, titulados genéricamente To Place, aludiendo a Islandia no como nombre sino como verbo, son concebidos como una enciclopedia, una clasificación del saber. Los libros de Horn desvelan que «la cualidad del viaje, su geo-grafía, su escritura espacial, es inseparable de las condiciones de su propia búsqueda. No busca tanto describir la apariencia de los objetos naturales, no tiene nada de documental en ese sentido, como preservar el trazo de su encuentro con ellos, actualizando continuamente esa relación mediante nuevos encuentros»3. Pero también los libros tienen que ver con una apertura a laintimidad del ser, al mostrarnos no el modo en el que ella «siente» sino el modo en que ella misma «se siente» en ese lugar; porque como también nos recuerda Pardo4 la intimidad esta ligada al arte de contar la vida, hacer visible a un espectador la naturaleza de un afecto y su poética. En su proceso de exploración de los rostros y de la materia va defiendo las coordenadas de su propio mundo.

La instalación You Are The Weather se compone de cien retratos de una misma persona realizados en balnearios de Islandia, adoptando siempre la misma composición y el mismo punto de vista, cambiando solo las condiciones atmosféricas y las mínimas variaciones del rostro fotografiado. Articulada en el espacio en secuencias de seis imágenes cada una la obra nos envuelve, no describe nada, más bien nos interpela como un susurro continuado, nos incita a seguir mirando.
Como ha señalado Louise Neri, de forma diferente al efecto de repetición como ocurriría en Warhol, «Horn construye la fisicalidad de sus retratos a través de lo que parece la inagotable variación circunstancial que emerge en el escrutinio de sus sujetos»5. La estructura, la sintaxis es fundamental, el cómo y no tanto el qué. Una vez nos vamos familiarizando las imágenes funcionan como las palabras en una frase o las notas en una sinfonía, se combinan de una determinada manera no tanto para narrar un acontecimiento sino para provocar una experiencia en el espectador, que va hilvanando unas imágenes sobre otras, imágenes que retornan, como estribillos de una canción, y que marcan una nueva estrofa, una desviación respecto a la anterior. Pero también imágenes que muestran ligeras variaciones que nos incitan a volver a mirar, a recordar. You Are The Weather trabaja en los intervalos, en las entrelineas, en las entre-imágenes. Y ahí comienza a hablar. Frente a la narración o al acercamiento documental se plantea una sucesión de imágenes, un ensayo fotográfico que no remite directamente a un lugar ni a una historia. Es en ese tiempo de la contemplación que descubre la estructura de la obra donde se produce el sentido, el significado de la obra, que ya no se confunde con su representación. Frente a otras formas de retrato como puede darse en la imagen documental, el álbum de familia o el ensayo autobiográfico estas imágenes no comunican nada, solo se comunican a sí mismas y entre ellas mismas. El arte (como lenguaje), no es pensado como herramienta de representación (simbólica) ni de designación del mundo, lo que desestructura la idea de que el sujeto (artista) sea el agente de la imagen, mostrando que la potencia creativa de las imágenes, del paisaje y los rostros en este caso, es la que construye el yo del arte. La obra no es ya fruto del pensamiento racional, causal, sino de un pensamiento, podemos decir intuitivo, que se va cosiendo a partir de instantes diversos. Esta característica de instantaneidad de la experiencia es fundamental en obras como You Are The Weather.

En su tesis sobre el libro Agua Viva de Clarice Lispector, un referente literario de gran importancia en la obra de Horn, junto con la poesía de Emily Dickinson, la investigadora colombiana Cristina Giraldo, apoyada en Roland Barthes y Émile Benveniste, plantea unas consideraciones sobre la escritura de Lispector que nos ayudan enormemente para entender esta obra de Horn6. Tanto en la escritora como en la artista se puede decir queel yo de la autora no es tanto una subjetividad dada a-priori sino una categoría «gramatical»: diríamos que se trata de un yo lingüístico: Según Benveniste «el yo lingüístico puede y debe definirse de una manera a-psicológica: ya que no es sino la persona que enuncia la presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística yo». Lo que significa que no hay un yo por fuera de la enunciación, por fuera del lenguaje, por fuera de las imágenes: el yo de Agua Viva o el yo de You Are The Weather no es un yo interior, no tenemos una firme referencialidad de una existencia psicológica que antecede el propio acto de hacer la imagen. No es un yo psicológico, sino una instancia más de la obra que en su accionar hace visible algo de su propia condición. Para Benveniste no somos sujetos que hablamos, sino que somos sujetos porque hablamos. El sujeto se produce solo y exclusivamente en el momento de su enunciación. Según Hélène Cixous: «El autor aquí está en todas partes y en ninguna, el autor es cada parte, cada todo, el autor no construye, él o ella recibe y se mezcla. Si el autor es hombre o mujer, no lo sabemos y da igual, el autor está dentro, el autor forma parte del texto»7.

Pero también podemos añadir que You Are The Weather tiene un tiempo lingüístico, (seguimos con Benveniste). Es por la lengua como se manifiesta la experiencia humana del tiempo, es decir que el tiempo está ligado al ejercicio de la palabra. Es irreductible altiempo crónico y al físico. El presente es el eje axial, el eje de referencia, de la instancia de la palabra, se reinventa cada vez que el sujeto habla porque es un momento nuevo, no vivido aún. A partir del presente podemos movernos hacia el pasado o hacia el futuro específico de la obra. Ese yo lingüístico se une con un tiempo que tampoco es físico, ni crónico, en el que no hay narración, solo hay el enunciado de un rostro que se va escribiendo en un rasgueo de frases interconectadas, que se va inscribiendo, que se va convirtiendo en un hábitat, en un espacio, que va incidiendo en nuestra retina hasta hacerse un lugar también en cada persona que mira. (¿El «tú» del título?).

Este axioma de arte sin referente externo de la modernidad o arte autónomo, y el carácter frío, distante y muchas veces hermético de las obras de Roni Horn le han valido calificaciones de formalista y le han acercado a la herencia del minimalismo, pero como han señalado algunos críticos se trataría en su caso de un formalismo o materialismo espiritual8, pues es precisamente en su preocupación por la estructura y su capacidad autoreflexiva, así como su interés por el lenguaje, desde donde puede producirse una apertura al mundo sensible, una posibilidad de conocer y de sentir; en You Are The Weather, donde la repetición se convierte en un mantra que nos interpela, conviven la máxima intimidad y el mayor anonimato.

Hay una cuestión fundamental en su modo de horadar la realidad y que abiertamente plantea en su trabajo y en sus declaraciones. No existen identidades fijas, es imposible fijar una vida humana, un pensamiento, una imagen; el instante presente, renovándose continuamente, impide la clasificación, el encuadre, la imagen cerrada, única y épica del arte y la literatura. Esa incertidumbre, para muchos autores vivida como drama, es una potencia positiva en su proceso creativo y define forma y contenido de su obra. Desaprender lo establecido, continuamente, sin pausa, llevar al límite el momento único, aceptar la mutante individualidad de cada ser, violentar la causalidad de la experiencia, la unidireccionalidad de la percepción, ese es su cometido. Su obra no solo apela a la visión, sino a todo el ser transmitiendo lo que está afuera del lenguaje, por fuera de la imagen; porque la experiencia es muchas veces anterior a la comprensión.

Notas bibliográficas

  1. Pardo, José Luis: Sobre los espacios. Pintar, escribir, pensar. Colección Delos, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1991, p. 63. ↩︎
  2. Horn, Roni: Inner Geography, 1994. Citado en el catálogo Roni Horn, Todo dormía cono si el universo fuera un error, FundacióJoan Miró, Barcelona y Caixaforum Madrid, 2014, p.134. ↩︎
  3. Neri, Louise: «Roni Horn: To Fold», Roni Horn, Phaidon, Londres, 2000, p. 30. ↩︎
  4. Pardo, José Luis: La intimidad, Pre-textos, Valencia, 1996. ↩︎
  5. Neri, Louise: Óp. cit, p. 54. ↩︎
  6. Giraldo, Cristina: Agua Viva: La experiencia del lenguaje creador, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad Ciencias Sociales, Departamento de literatura, Bogotá, 2008. ↩︎
  7. Cixous, Hélène: «Dar a ver lo nunca visto», Poetas en pintura. De Rembrandt a Nancy Spero, Ellago Ediciones, Barcelona 2010, p. 64. ↩︎
  8. Ottman, Klaus: «Spiritual Materiality. Contemporary Sculpture and the Responsability of Forms», Sculpture Magazine, vol.21, nº3, International Sculpture Center, Washington, abril, 2002. ↩︎

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