CONTEXTO
«Los refugiados expulsados de un país a otro representan la vanguardia de su gente».
Hannah Arendt, Nosotros, los Refugiados, 1943
El campo1 es nuestra historia; el campamento (encampment)2 es tanto nuestra condición pasada como presente. ¿Cuál será su lugar en nuestro futuro?3. El campo4 —el campamento «gitano», los barrios de esclavos, el campo de concentración, el campo de refugiados—, se manifiesta en múltiples iconografías y múltiples materialidades. Después de los campos de concentración rechazamos los campamentos. Al reclamar nuestra ciudadanía, nuestro estatus como europeos de pleno derecho, enfatizamos constantemente nuestra pertenencia. Rechazamos estratégicamente los campamentos para confrontar la violación continua y sistemática de los mismos, la violencia y la exclusión de los romaníes en todo el mundo. Así como negamos los procesos del campamento, se nos niega el campamento; las representaciones dominantes de los campos de concentración y el Holocausto ignoran la centralidad que este desempeñó en nuestra historia, así como la centralidad de los romaníes y de los sinti en la lógica de los campos de concentración. En ambas instancias no se reconoce la larga historia de nuestros campamentos, que hizo posible, paradójicamente, tanto el echar raíces en Europa durante un milenio, como el exterminio de medio millón de romaníes y sinti, así como la destrucción de nuestra historia y nuestra cultura. Esta es al mismo tiempo la historia de los romaníes y del campamento.
Reclamo el campo en nombre de lo político, en nombre de la vanguardia. Los romaníes son la vanguardia y el otro cosmopolita por antonomasia. Al recuperar el campo y el campamento, reclamamos las posibilidades de lo político, de la vanguardia y de nuestra propia pertenencia. Estas otras historias de y en campamento, nuestras historias ignoradas en los campos, son espacios de lo político, la epistemología y el archivo. Pero qué significa para nosotros, investigadores, artistas, activistas y romaníes, reclamar o recuperar el campamento, sus modalidades espaciales, políticas, sociales y culturales, al tiempo que brindamos oportunidades para el reconocimiento de internamientos, desplazamientos, expulsiones y desalojos que marcan el campamento romaní. ¿Ofrece la reclamación del campamento oportunidades políticas y sociales alternativas para romaníes y no romaníes? ¿Esta reclamación, este reconocimiento de nuestra historia, a su vez, nos lleva a reconocer nuestra situación, no como (no)sujetos marginados, sino, basándose en los pensamientos de Hannah Arendt, como vanguardia?
Giorgio Agamben define el campamento como el nomos de lo moderno, la forma en que lo moderno se ha experimentado en la vida cotidiana. Para Agamben, el campamento es donde el estado de excepción se convierte en regla:
El campo es, así pues, la estructura en que el estado de excepción, sobre la decisión de implantar el cual se funda el poder soberano, se realiza normalmente. El soberano no se limita ya a […] decidir sobre la excepción, sobre la base del reconocimiento de una situación de hecho determinada (el peligro para la seguridad pública) poniendo al desnudo la estructura íntima de bando que caracteriza su poder, produce ahora la situación de hecho como consecuencia de la decision sobre la excepción. Por eso, bien mirado, en el campo de concentrtación la quaestio iuris, cuando se examina cuidadosamente, ya no es absolutamente distinguible de la quaestio facti, y en este sentido, cualquier pregunta relativa a la legalidad o ilegalidad de lo que ocurre en él carece sencillamente de sentido. El campo de concentración es un híbrido de derecho y de hecho, en el que los dos términos se han hecho indiscernibles5.
A principios del siglo XX, para los Roma (romaníes) en Europa y otros lugares, «un híbrido de derecho y de hecho, en el que los dos términos se han hecho indiscernibles» era el estado de excepción que regía su vida cotidiana. El campamento, que caracteriza la existencia de los romaníes en la moderna ciudad biopolítica se define mediante la zonificación, la planificación, las prácticas penales, las turbas violentas y la indiferencia estatal, así como mediante un proyecto que se extiende una década para «integrar» a los romaníes o para abordar el «problema gitano». El campamento romaní se reclama como un espacio productivo para la crítica, reconociendo al mismo tiempo la violencia y la destrucción total que caracteriza a los campamentos; el estado de excepción convertido en la norma se convierte en una intervención radical no solo para los romaníes sino para todo el mundo.
Uso los términos «campo» (camp) y «campamento», para diferenciar las instancias del campo y los procesos de agrupación en campamentos. En este contexto, el «campo» tiene dos significados: se refiere al campo romaní y al campo de concentración, y hay muchas variantes de ambos. Al mismo tiempo, acampar o concentrarse en campamentos es un conjunto de prácticas que crean un campamento. Sus prácticas son contingentes, variables, a menudo temporales y generalmente provisionales. Como tal crean otro mundo, otro tipo de orden. Permiten así nuevas formas de comprensión, nuevos tipos de política. Mi trabajo también puede ser visto como una nueva práctica de campamento: lo que en mis declaraciones está en juego es la resignificación de los campamentos en nuestra historia.
Recuperar el campo y el campamento (romaní) es otra forma de lo que el teórico de la arquitectura Charlie Hailey llama «hacer lugar» en la historia y en el futuro de lo político6. En otra parte, Hailey explica: «Acampamos para encontrar un nuevo espacio colectivo donde la familia y la sociedad converjan»7. Este hacer lugar es el resultado de un milenio de experiencia de exclusión de estructuras dominantes, naciones, estados nación, los mundos de los payos8. Institucionalizado históricamente a través de las leyes antiegipcianos del siglo XVI, responsables de las ejecuciones y deportaciones masivas de «egipcianos», y de todos aquellos que a ellos estuvieran asociados, así como de la conversión de los romaníes en fugitivos; igualmente manifiesto en la esclavitud, no solo en Rumanía (en Valaquia y Moldavia, desde al menos 1385 hasta 1856)9, sino también en el comercio de esclavos del Atlántico (ejemplificado por prácticas como el «salto de escoba» en las bodas tradicionales, prácticas documentadas hace 500 años por los romaníes en Inglaterra y Gales, que han sobrevivido hasta nuestros días en algunas zonas)10; y en el siglo XX en los campos de concentración de los nazis, donde fueron ejecutados medio millón de miembros de la población gitana europea. En estos contextos institucionalizados del campo quiero presentar el campamento como ese hacer lugar, como una nueva manera de comprender nuestra supervivencia continua, nuestra continua presencia —12 millones— en Europa y en otros lugares, un milenio después de llegar aquí.
La historia del campamento romaní y las historias de los romaníes que viven en el campamento forman un archivo contingente. Al mismo tiempo son constituyentes fuera del archivo. En su obra «Fiebre de archivo: una impresión freudiana», el filósofo Jacques Derrida nos recuerda que el origen del archivo es el centro del poder y la aplicación de la ley:
Pero aún más, y antes aún, «archivo» remite al arkhé en el sentido nomológico, al arkhé del mandato. Como el archivum o el archium latino (palabra que se emplea en singular, como se hacía en un principio en francés con «archivo», que se decía antaño en singular y en masculino: «un archivo»), el sentido de «archivo», su solo sentido, le viene del arkheîon griego: en primer lugar, una casa, un domicilio, una dirección, la residencia de los magistrados superiores, los arcontes, los que mandaban. A los ciudadanos que ostentaban y significaban de este modo el poder político se les reconocía el derecho de hacer o de representar la ley. Habida cuenta de su autoridad públicamente así reconocida, es en su casa entonces, en ese lugar que es su casa (casa privada, casa familiar o casa oficial), donde se depositan los documentos oficiales. Los arcontes son ante todo sus guardianes11.
El campo es el otro del archivo, el que está fuera de la casa, el otro condicional del domicilio y de la residencia de quienes mandaban. El interés de Derrida por el Archivo descansa en los archivos destruidos por el fuego y sus secretos. El archivo contingente del campo, el archivo del campamento, no solo está fuera del archivo singular, sino que también se destruye fácilmente. Es precisamente esa naturaleza provisional del archivo como otro archivo lo que me interesa: su naturaleza temporal ha permitido su permanencia como algo precario, incierto y a menudo ininteligible fuera del archivo singular. Está expuesto al fuego, a la destrucción, porque es incomprensible para el poder, porque no puede ubicarse en el lugar del poder. En la persistencia del archivo otro, el archivo del campamento —nuestro archivo— se esconde la posibilidad de que se cuentan otras historias, otras formas de conocer otras prácticas.
Repito, este es nuestro archivo, el otro archivo, el del campamento. Su contingencia lo hace precario y potencialmente transformador al mismo tiempo. La teórica queer Judith Halberstam defiende la posibilidad de un «archivo tonto» , un archivo que se basa en algo que a menudo no tomamos en serio, como un modo de contar una historia queer12. Siguiendo el pensamiento de Halberstam, reinterpreto el campamento como un posible archivo temporal, improvisado, que permita nuevas formas de lectura y (posiblemente) modos de interpretación no logocéntricos13. Más allá de abrir la posibilidad de historias alternativas, este gesto también reconoce y ubica la tradición oral, poética y musical de la lengua romaní sin la necesidad de estandarizar las diferencias entre dialectos, prácticas de habla comunitaria y continentes. Tal gesto permite que el Poggadi Jib, el llamado «lenguaje roto» del dialecto angloromaní, no se defina como incompleto o truncado, sino como otra formación lingüística cosmopolita arraigada en varios lugares, a veces expropiada, rota, pero todavía viva y en transformación sin necesidad de ser sacrificado para crear un solo lenguaje unificado. Tal práctica podría aplicarse a muchas formas culturales y sociales que caracterizan la práctica romaní, así como a los estilos de vida que caracterizan la vida cotidiana y que podrían ejemplificar otras formas de existencia para los romaníes y no romaníes.
Recuperar el campamento es reclamar lo político. Desde los disturbios de Londres, pasando por la Primavera Árabe, hasta el movimiento Occupy, hemos visto muchos ejemplos de ocupación de espacios públicos.
Estas manifestaciones —ya sean los campamentos del movimiento Occupy en las capitales occidentales del mundo financiero, una serie de revoluciones de Oriente Medio o manifestaciones de los «indignados» en España y otros lugares—, a través de la política de visibilidad que incluye la creación de campamentos, son ejemplos que Jacques Rancière teórico visual y social, llama «una ruptura de la lógica del arché»:
Lo político es una ruptura peculiar en la lógica del arché. No solo supone una ruptura en la distribución «normal» de las posiciones entre quienes ejercen el poder y sobre los que se ejerce. También requiere una ruptura en la idea de que existen disposiciones «apropiadas» para tales clasificaciones14.
Lo político, tal y como lo entiende Rancière puede seguirse también en el caso del campamento. Esa ruptura en el archivo hacia el archivo otro constituye una política a través de una ruptura en la lógica de arché. La naturaleza provisional del campo, su formación improvisada, crea la ruptura. Como siempre es temporal, se forma constantemente, no tiene casa que mantener y no hay forma de poder que no pueda cambiar; es capaz de responder a «hechos reales», ya que tiene una base firme, ya que es el producto de la vida cotidiana de las personas. Los teóricos políticos Ernesto Laclau y Chantal Mouffe enfatizan que:
Este momento de desajuste es esencial a toda práctica hegemónica (…) ninguna identidad social está plenamente adquirida; el momento articulatorio hegemónico adquiere toda su centralidad. Por lo tanto, la condición de esta centralidad es el colapso de una clara línea demarcatoria entre lo interno y lo externo, entre lo contingente y lo necesario15.
Los archivos del campamento deshacen la singularidad del archivo y difuminan «una línea divisoria clara entre lo interno y lo externo, lo contingente y lo necesario», que caracteriza las prácticas hegemónicas, para abrir el campo de lo político. El campo es un espacio de vida, de productividad y de resistencia, incluso cuando expone jerarquías de poder. Los romaníes han encarnado formaciones de poder espacializadas y han sido expulsados, desalojados y asesinados confrontando procesos de cierre y consolidación de la identidad nacional. Aceptar el campamento romaní significaría un rechazo radical del poder dominante en los edificios, monumentos y salas de mármol de los dominantes; el campamento es otra forma de comprometerse con el espacio, los cuerpos y la permanencia. Su provisionalidad sugiere mutabilidad política, táctica y social. A través del campo (campamento), otro mundo es posible para todos, no solo para los romaníes.
Una de las características más importantes de la diferencia de los romaníes ha sido la movilidad, junto con las redes de comunidad y solidaridad, que son incomprensibles para los no romaníes y, quizás lo más importante, que están fuera de la vigilancia del estado. Aquí estoy interesada en enfatizar esa diferencia a través del campo y sus posibilidades políticas. La diferencia romaní se produce en los campamentos, precisamente a través de la ruptura entre la distribución de aquellos que ejercen el poder y aquellos sobre los que se ejerce. En este sentido, la noción de que «ninguna identidad social se adquiere totalmente» y la línea que separa «lo interno y lo externo, lo contingente y lo necesario» colapsa. El gesto de reclamar espacio, con el movimiento Occupy, las revoluciones árabes y el movimiento español «indignados», está recuperando el potencial de protesta pública contra el capitalismo neoliberal y el poder del estado. Esta recuperación se ejemplifica en tres archivos provisionales del campamento: iconografías, desalojos y reclamación. A la vez iconos y prácticas materiales, estos archivos generan las posibilidades políticas de la vanguardia romaní como el otro cosmopolita, como ciudadanos del mundo, miembros de una nación que no tiene telos en el estado nación y que conserva el poder de la crítica.
Iconografías
Muchos ejemplos de campos «gitanos» y prácticas de acampar romaníes se han convertido en icónicos, incluidos los trabajos de Thomas Gainsborough Gypsy Encampment, Sunset (Campamento gitano, puesta de sol) (1788-1780), Henri Rousseau The Sleeping Gypsy (Chica gitana durmiendo) (1897) y Vincent van Gogh Caravans, Gipsy Camp Near Arles (Caravanas – Campamento gitano cerca de Arles) (1888), entre otros muchos.
La atracción del campamento como icono, en parte, reside, en su representación en la naturaleza, —en lo salvaje—, lejos de la congestión y artificialidad de la vida urbana. Las representaciones del campamento y los romaníes crecieron a medida que se desarrollaban las prácticas de la fotografía y el cine. En el Reino Unido, a mediados del siglo XIX, comenzaron a aparecer fotografías de sujetos romaníes, como la tomada por Swindley Brooks en 1861 titulada Granny Buckland, de 85 años, reina de los gitanos de Berkshire, 1861. Dos de las películas más importantes sobre el campamento de romaníes aparecieron en 1908: un documental de los hermanos Pathé, Les nomades (Los nómadas) y la obra de Vladimir Siversen, Drama in a Gypsy Camp near Moscow (El drama en un campamento gitano cerca de Moscú).
En la representación visual, los romaníes a menudo se presentan en «entornos naturales», en áreas rurales alejadas de los adornos de la civilización (edificios, calles y tiendas) apuntalando la noción liberal, constituyente del mundo occidental civilizado de los que están fuera como lo enfatiza el teórico literario Edward Said:
«…el Oriente ha jugado un papel importante en la definición de Europa (de Occidente), como su imagen, idea, personalidad y experiencia contrastada.» Sin embargo, nada de este Oriente es meramente imaginativo. Oriente es una parte integral de la civilización y cultura material europea16.
El campamento romaní es un ícono del Oriente interno de Europa, forma parte integral de la civilización y cultura material de Europa, parte de la fantasía de Rousseau del estado natural:
El primer hombre a quien, cercando un terreno, se lo ocurrió decir esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: «¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!17.
El campamento romaní encarna un lugar de absoluta libertad para el liberalismo, de ahí la aparición del campamento romaní como un icono recurrente del estado natural representado en el medio rural. Al mismo tiempo, las prácticas productivas de los romaníes ofrecen oportunidades para el estado liberal, la colonización y la capital, a través de la cría de caballos, la cosecha estacional, la venta ambulante y muchas otras prácticas de producción no representadas en la iconografía del campo. El campamento romaní es, por lo tanto, una parte integral del proyecto liberal, el capitalismo y el estado nación, tanto un ícono como un productor material.
El otro campo, en el que los romaníes desempeñaron un papel central, tanto en términos iconográficos como materiales, es el campo de concentración y sus predecesores, las colonias de esclavos, y su descendiente, los campos de refugiados. Un icono particularmente poderoso del campo de concentración es una imagen de Settela (Anna Maria Steinbach) que representa a una joven holandesa capturada por el fotógrafo Rudolf Breslauer mirando desde un tren mientras es transportada de Westerborkal campo Auschwitz-Birkenau en 1944.
La imagen de Settela como documento de la atrocidad del Holocausto ha aparecido en muchos lugares durante medio siglo; simbolizaba las deportaciones y los asesinatos de los campos de concentración. Hubo una convicción generalizada de que Settela era una de las seis millones de víctimas judías de las atrocidades nazis. En 1994, el periodista Aad Wagenaar logró rastrear el lugar de nacimiento de Settela, una caravana en Eindhoven. El hecho de que una niña sinti de nueve años se haya convertido en un símbolo icónico de las víctimas de Auschwitz desestabiliza las representaciones dominantes de campamentos y deportaciones, y cuestiona las opiniones generalizadas de las víctimas del Holocausto. También demuestra que los romaníes y sinti estaban allí y que el campamento es una parte central de nuestra historia, así como nosotros somos una parte central de la historia del campamento. Es una oportunidad, a través de la cual podemos reclamar nuestra historia18.
Desalojos
En toda Europa y en otros lugares el principio de la década de los 2000 se caracterizó por la expulsión, el desalojo y el intento de destrucción de los romaníes y el campamento romaní. Países como Rumanía, Francia, Eslovaquia, Bulgaria y la República Checa, así como ciudades como Belgrado, Londres, Atenas y Milán, han sido testigos de la violencia contra los romaníes, los asesinatos racistas, la construcción de muros, las expulsiones y los desalojos. Nada de esto es nuevo: es una práctica sistemática, institucionalizada e histórica.
La icónica foto de Don McCullin, titulada Gypsy Watching the Police Evict his Family, Kent, 1961 (Gitano mirando el desalojo de su familia, Kent, 1961), se hizo antes de que se convirtiera en un famoso fotógrafo de guerra. La imagen muestra a un hombre mirando fija, intensamente, —iracundo, triste, cogido por sorpresa— perdido. Sin afeitar su rostro muestra el rastro del tiempo; arrugado, desgastado, pómulos altos, líneas angulares. Lleva una chaqueta de tweed y un pañuelo, un diklo arrugado, raído, varias veces atado que presenta caballos, árboles y jinetes en un paisaje rural. Su cabello oscuro está despeinado, como si hubiera estado pasando los dedos por él. Mira directamente a la cámara y a través de ella, a otra cosa, devastadora para él. Mis ojos se mueven entre su rostro y el dolor que veo allí y su diklo, su textura y los caballos que son centrales en la escena rural representada, y luego sobre el suave tweed de su chaqueta. La imagen de McCullin del «gitano»19 anónimo es parte de una serie de obras sobre desalojos, expulsión y violencia contra los romaníes, la construcción de muros a su alrededor y la limpieza étnica contra ellos. A menudo, del campamento en sí, el «campamento gitano»20, el centro de expulsión y violencia.
En la foto de McCullin, el rostro del hombre y su evidente desolación están muy enfocados, mientras el paisaje detrás suyo se funde con el fondo. Sin embargo, la imagen es sobre el paisaje y la relación del hombre con el paisaje. El hombre lleva envuelto, alrededor de su cuello, el paisaje o la imagen idealizada de este. Las arrugas de su diklo me hacen pensar en su historia; el sudor, las lágrimas, los olores y las historias de los que ha sido testigo. Estoy interesada en el diklo y los caballos que galopan sobre sus pliegues. Hablan de la masculinidad romaní, sus prácticas productivas y sus profundos lazos con el paisaje y los caballos. Esta imagen, que muestra un desalojo que no podemos ver, el diklo y los ojos del hombre expresan la destrucción y la violencia, la pérdida de la tierra y la negación del lugar, que marca el desalojo de su familia. La popularidad y la difusión de la foto enfatizan que la pérdida y el desplazamiento son parte de la historia de los romaníes y de las historias del capitalismo, el estado nación, la exclusión y la expropiación. La cara del hombre, especialmente sus ojos, son testigos de una terrible devastación y al mismo tiempo su registro histórico: Kent, 1961, incluso aunque no sepamos su nombre ni lo que le sucedió a él y a su familia posteriormente.
La imagen de McCullin muestra uno de los muchos desalojos de romaníes en el condado de Kent. Desde entonces se ha convertido en una de sus imágenes más conocidas. Fue utilizado, por ejemplo, en la portada del libro de 2009 de Susan Sontag: Sobre la fotografía.
Representa la pérdida, la destrucción y la amargura. Al mismo tiempo, la imagen también muestra una pequeña parte de la historia de los romaníes en Inglaterra, privando a una familia romaní de su hogar en Kent. Aunque la imagen es icónica, el «gitano»21 permanece anónimo. Su familia es invisible. Hasta donde sé, esta foto es el único registro de un trauma colectivo: de pequeña escala en comparación con las guerras que McCullin documentó más tarde, pero aún así traumático, violento y devastador.
La intensidad de la foto y la claridad del sujeto representado son nuestra historia. La imagen también representa la posibilidad crítica al poner al descubierto la violencia relacionada con el desalojo y nuestra eliminación de la historia dominante de los estados nación. Este enfoque en la destrucción del campo pone en tela de juicio la violencia del estado nación, el capitalismo y la propiedad privada tanto como el enfoque posterior de McCullin en la guerra. Estas son las políticas del campo que, frente a la violencia y a exclusión, pueden ser reclamadas como un tipo diferente de archivo.
Reclamaciones, recuperaciones
La población romaní de los barrios de Hackney y Newham en Londres fue reubicada para construir la Villa Olímpica de 2012. Cuarenta familias romaníes y nómadas fueron desplazadas de sus hogares fuera de la Villa Olímpica, junto con otras personas marginadas debido a su raza y clase. Los residentes romaníes formaban parte de las 500 familias desplazadas en el proceso de «venta forzada». Este área de Londres tiene una larga población e historia de romaníes; ha sido el hogar de los romaníes durante siglos, y fue el sitio de la demanda de derechos civiles «Romany/Nómadas» de 1972, que condujo a que «Romaní, Nomad, Roma, gitanos»22 fueran identificados como un grupo étnico, contra quienes la discriminación es ilegal según la ley del Reino Unido. Cuarenta años después la reubicación de residentes romaníes y nómadas de Hackney abrió una nueva era en la provisión de sitios de los concejos, de las viviendas sociales y no menos importante, en la interpretación de Londres como ciudad romaní. Incluso después de que se haya producido el reasentamiento, revistas sensacionalistas como el Daily Mail o locales como Hackney Citizen han estado contando historias infundadas sobre los «gitanos» de Londres y franceses que estaban de vacaciones acampados en la Villa Olímpica y en las áreas verdes cercanas23. Aquí vemos la política del campamento y su reclamo en acción, y las posibilidades de la vanguardia: los espacios públicos son exigidos por quienes han sido desalojados, y el resultado es la preocupación generalizada de quienes están más interesados en la expropiación del espacio público en nombre de la propiedad privada.
Este caso hace eco de reclamaciones anteriores, como el presentado en el cortometraje mudo de British Pathé, The Last of the Gypsies Meeting (La última reunión de los gitanos) (1929). La película comienza con el siguiente texto: «¿La última reunión de los gitanos? Romanies pintorescos, que durante años han sido la atracción de las carreras de caballos de Epsom, han construido su campamento pese a la prohibición aplicada recientemente en Surrey. Las primeras imágenes muestran grupos de personas, mujeres, niños y hombres alrededor de un cartel, leyendo y discutiendo la orden del alcalde de Epsom: «No se permite a los gitanos acampar en los Downs». La película, que dura poco más de un minuto, cambia la imagen enfocando a dos mujeres que sujetan a sus hijos, y un hombre detrás de ellos, posando delante del cartel, sonriendo. Esto es seguido por una amplia toma de caravanas estacionadas fuera del hipódromo con las personas que anteriormente habían estado de pie frente al letrero y ahora están haciendo un picnic en primer plano. La cámara se acerca a la caravana y muestra a las personas sentadas en las escaleras o cerca de ellas y cambia a una foto de grupo donde todos posan frente a la cámara. Finalmente, se acerca a dos mujeres sentadas en los escalones de una caravana, que hacen pequeños racimos de flores y las arreglan en una cesta, probablemente para la venta en la carrera. Este campamento desafía el mandato del estado y, sin embargo, sus residentes, hombres, mujeres y niños, todos juntos, están boyantes: comiendo, riendo y trabajando.
The Last of the Gypsies Meeting presenta un campamento que desafía el poder y la fuerza vinculante de la ley. Debido a su naturaleza temporal, su contingencia estructurada, puede sobrevivir y prosperar a pesar de la exclusión, la expulsión y la fuerza del estado. Si las autoridades se presentan para hacer cumplir la ley, los residentes del campamento pueden recoger y salir sin sacrificar sus hogares. El título de la película, por supuesto, sugiere que esta será la última de estas oportunidades, y aunque puede interpretarse como el momento de otra hegemonía, no se puede ignorar que 1929 pudo haber sido el último año del campamento romaní en el hipódromo Epsom Downs. Además, aunque los romaníes fueron excluidos, los caballos que competían en la pista probablemente fueron criados, vendidos, entrenados y quizás montados por los romaníes. La política y el capitalismo se unen, al final, para reforzar la hegemonía y la exclusión.
A pesar de la reinscripción de la hegemonía, la película abre las posibilidades de lo político frente al poder. Cuestiona la orden que prohíbe el campamento, y muestra cómo la gente reacciona, interpreta y ridiculiza la ley. El campamento se presenta como otro lugar, el lugar de la solidaridad, de la familia y de la productividad, que al mismo tiempo es provisional, transitorio. Es un lugar de mezcla de géneros, edades y objetivos, y es, frente a la persecución, portátil. El campamento tiene una relación diferente con el mundo, está fuera de este, en múltiples sentidos, es otra forma de ser. Sus habitantes viven en el campamento a pesar de la prohibición del campamento. El campamento es el lugar de las políticas de vanguardia.
La película de Epsom es un documental relativamente poco conocido sobre el campamento que muestra las posibilidades del campamento sin volverse icónico. Hay otras formas de campamento que están abiertas a la política, de las cuales, probablemente la más obvia, es el campamento de los sinti italianos en la propiedad del artista italiano Giuseppe Pinot-Gallizio en Alba, Italia. Pinot-Gallizio, uno de los primeros miembros de la Internacional Situacionista, quien representó los derechos de los romaníes y sinti como delegado de izquierdas del Consejo de Alba, para poder acampar en Alba. Cuando el consejo votó para expulsar a los romaníes, Pinot-Gallizio ofreció su propiedad, y todavía hay quienes viven allí. Mientras luchaba contra la expulsión de los romaníes de Alba, Pinot-Gallizio le pidió al arquitecto holandés Constant Nieuwenhuys que diseñara un campamento para romaníes, cuyo resultado fue el campo nomadi (Ontwerp voor Zigeunerkamp/A project for a gypsies’ camp) que, a la vez, es modernista y portátil: se puede instalar, desmontar y transportar según las necesidades de sus habitantes24.
Aunque nunca se realizó, este diseño inspiró el Proyecto New Babylon de Constant (1956/1959-1974), que explora las posibilidades de residencias no permanentes (casas móviles, comunidades en movimiento) que son parte del mundo pero que no tienen un lugar fijo y se ha convertido en un modelo de estilos de vida alternativos, espacios urbanos de vanguardia y habitación que permiten nuevas formas de sociabilidad y política.
Expulsiones y ocupaciones: las posibilidades de la vanguardia
Los campamentos de los romaníes, y su destrucción sistemática en forma de desalojos y expulsiones, cuestionan las narrativas dominantes del estado nación y de la ciudad. Señalan lo que hacen esas narrativas para mantener los límites de pertenencia y ciudadanía, al tiempo que niegan la posibilidad del campamento en su forma romaní y niegan su existencia como un estado de excepción. Si tomamos en serio la declaración de Arendt: nosotros los romaníes somos la vanguardia. Los romaníes, después de un milenio de acampadas, de ser relegados a los campos, tras asentamientos forzados y posteriores desalojos, estamos aquí, en Europa y en todo el mundo. Los romaníes somos la quintaesencia de los refugiados, somos el otro cosmopolita, somos la primera línea de frente. En las representaciones dominantes somos considerados como sujetos y más a menudo como objetos, de la vanguardia.
Al definirnos como los protagonistas de los campamentos romaníes y las víctimas de los campos de concentración, como aquellos que actualmente viven en un estado permanente de excepción, somos la vanguardia, los cuerpos de avance, modelo para los que vienen después y los últimos impulsores de los límites, perturbadores de la hegemonía. Somos la amenaza (las alarmas) del estado nación, de la economía política, de la limpieza étnica; lo que nos pase a nosotros puede pasarle a cualquiera. Al mismo tiempo, somos sujetos de una fantasía artística, progresista y de izquierdas, precisamente porque ofrecemos una visión alternativa del estado nación, del capitalismo, de la delimitación de Europa. Hemos servido como experimentos del estado nación y principales chivos expiatorios cuando las cosas han ido mal. Al mismo tiempo, hemos sido los principales productores de cultura y los transgresores de los límites del estado nación.
La recuperación del campo y el «hacer lugar» del campamento proporcionan posibilidades para una relectura de la historia y de la pertenencia de los romaníes. Dejemos que el campo, así como las diversas prácticas del campamento, sean un nuevo modelo para hacer lugar. Somos los modelos de la política contingente, de los momentos contrahegemónicos y de la crítica de la exclusión. El campamento nos ha permitido seguir siendo un pueblo vibrante, alrededor de doce millones en Europa y más allá, por un milenio, a pesar de los pogromos, el genocidio, la exclusión, la expropiación, la esclavitud y la expulsión. Somos prueba de la naturaleza efímera del estado nación, y de aquello de que la violencia, al final, es inútil. Estamos aquí y nuestra historia es el campamento.
Reclamamos el campamento: como un gesto académico, una forma artística de la imaginación, como una declaración política, como una especie de memoria. Reivindicar el campamento traería de vuelta nuestra historia, reconocería nuestro sufrimiento y resistiría la violencia en curso contra los romaníes. Esta reclamación llama la atención sobre el hecho de que los nazis y sus aliados han forzado e internado a romaníes y sinti y han ejecutado a medio millón de la población romaní de Europa en campos de concentración durante el Holocausto. Recuperar el campamento nos recuerda, —a los investigadores, a los artistas, a los activistas y a los romaníes—, que todavía estamos siendo obligados a ir a campamentos como refugiados, integrándonos como migrantes, mientras desafiamos a los que votan por la expulsión en Europa, Kosovo, Italia, Serbia, Francia, Alemania, el Reino Unido y más allá. Tal recuperación del campo también reescribiría la memoria colectiva y reconocería el sufrimiento colectivo, el genocidio y la limpieza étnica a la que hemos estado expuestos a lo largo de nuestra historia.
Recuperemos el campamento como una formación romaní específica, como el «campamento gitano»25 con sus numerosas prácticas productivas, su respeto por la tierra y la naturaleza, su intercambio colectivo y el compromiso colectivo de sus habitantes. En sus formas romaníes, el campamento no es un lugar militar, en particular no encajan en él los sistemas de exclusión, la propiedad privada y el concepto de confianza fiduciaria de Locke. Es una crítica implícita del estado-nación y de la propiedad privada, de la forma moderna del confinamiento, que se traduce en especulación tardo-capitalista de la tierra y en gentrificación. El campamento, como una forma de vida alternativa, se ha convertido en un modelo para las políticas antineoliberales. Somos el futuro. Ocupamos el campamento, ahora dejadnos reclamarlo en nombre de la política, de la temporalidad, en nombre de la práctica romaní, en nombre de otra política, en nombre del cambio. A través del campo, a través del campamento, tomamos nuestro lugar como la vanguardia de nuestra gente, de Europa, del mundo.
Notas bibliográficas
*Este texto se publicó en inglés por primer a vez en Brooks, Ethel: «Reclaiming: The Camp and the Avant-Garde»; BAKER, DANIEL y HLAVAJ OVA, MARIA: We Roma: A Critical Reader in Contemporary Art, Utrecht, Valiz/BAK, 2013, pp. 114-139.
- N. del E.: El artículo presenta y reinterpreta el concepto del campo y el campamento a través de diferentes interpretaciones del campamento romaní: campamento gitano, campo de esclavos, campo de concentración y campo de refugiados. Demuestra, de varias maneras iconográficas, que las diversas prácticas de las formas del campamento pueden convertirse en un nuevo modelo de creación de espacio, como actividad de investigación, una forma de arte, una declaración política, como una forma de recuerdo. En el campamento, como un archivo alternativo, ve la posibilidad de contar otras historias, conocer diferentes tipos de prácticas, lo que no solo permite repensar la historia de los romaníes, sino que también ejemplifica nuevas formas de vida para los romaníes y los no romaníes. ↩︎
- N. del T.: El término encampent (campamento), como lo usa la autora alude a varias prácticas de acampar, de hacer campamento, de agrupar en campamentos, incluido el campo de concentración. En la traducción, se trató de encontrar el significado actual del término, mientras usaba el término «campamento» en un sentido más amplio de lo habitual. ↩︎
- Este estudio fue escrito a petición de los editores para que pensara sobre el tema de los romaníes como una vanguardia y las amplias implicaciones contemporáneas de sus prácticas sociales. ↩︎
- N. del T.: En muchos sentido, la enunciación de camp connota el significado que tomara la palabra a partir del famoso ensayo de Susan Sontag, un tipo de estética exagerada, vulgar, irónica y chistosa asociada a culturas subalternas y al mundo gay que lo reivindica desde el feminismo queer, por ejemplo. ↩︎
- AGAMBEN, GIORGIO: «The Camp as the ‘Nomos’ of the Modern», Sacer: Sovereign Power and Bare Life, Stanford, Stanford University Press, 1998, p. 170. ↩︎
- HAILEY, CHARILE: Camps: A Guide to 21st-Century Space, Cambridge, MA, MIT Press, 2009. p. 99. ↩︎
- HAILEY, CHARLIE: Campsite: Architectures of Duration and Place, Baton Rouge, Lousiana State Utiversity Press, 2008, p. xiii. ↩︎
- N. del T.: denominación romaní de las mujeres y hombres no romaníes. ↩︎
- HANCOCK, IAN: We Are the Romani People, Hatfield, University of Hertfordshire Press, 2002. ↩︎
- VESEY-FITZGERALD, BRIAN: Gypsies of Britain: An Introduction to Their History, Newton Abbot, David and Charles Limited, 1973, p. 85. ↩︎
- DERRIDA, JACQUES: Archive Fever: A Freudian Impression, Diacritics, 1995. ↩︎
- HALBERSTAM JUDITH: The Queer Art of Failure, Durham, Duke University Press, 2011. p. 20. ↩︎
- DERRIDA, JACQUES: Of Grammatology. Ford. Gayatri Chakravorty Spivak. Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1997, p. 51. ↩︎
- RANCIÈRE, JACQUES: Ten Theses on Politics. Ford. Rachel Bowlby, Davide Panagia. Theory & Event, 2001, p. 3. ↩︎
- LACLAU, ERNESTO, CHANTAL MOUFFE: Hegemonía y estrategia socialista: Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987, p. 241. ↩︎
- SAID, EDWARD: Orientalism, New York, Vintage, 1979, pp.1-2. ↩︎
- ROUSSEAU, JEAN-JACQUES [1755]: «A Discourse on the Origin of Inequality», The Social Contract and the Discourses, Ford. G.D.H. Cole. NewYork, Random House, 1992, p. 84. ↩︎
- Sobre la historia completa de Anna Maria Steinbach y el descubrimiento de que en realidad es una niña sinti, ver Wagenaar, Anna, Aad: Settela. Ford. Janna Eliot. Epílogo Ian Hancock. Nottingham, Five Leaves Publications, 2005. ↩︎
- N del E. En el original se utiliza gypsy para diferenciarlo de rom o Romaní. En castellano la traducción es «gitano», que no tiene todas las connotaciones adjetivas, despectivas o reduccionistas del inglés gypsy, quizás como, en un primer momento era usado el termino de «flamenco». ↩︎
- Ibídem. ↩︎
- Ibídem. ↩︎
- N del E: a la denominación de Gypsy que antes hemos señalado, la del inglés Traveller tampoco tiene una traducción exacta en castellano. Designa muchas formas de vida itinerantes gitanas y no gitanas y, especialmente, a un pueblo con formas de vida similar a las gitanas pero de origen irlandés. En España y otros lugares de la Península Ibérica los mercheros y los quinquis, en su significado original de quincalleros, tienen un significado similar. ↩︎
- «Los “gitanos olímpicos” reciben una recompensa de 3 millones de libras para mudarse del sitio que ocupará los juegos y crear un nuevo campamento… al lado», en KISIEL, RYAN y RICE, DENNIS: Mail Online, 28 de septiembre de 2011. En línea en: https://www.dailymail.co.uk/news/article-2042856/Travellers-set-illegal-camp-Hackney-Marshes-Olympic-Park-site-replacement.html. «Los gitanos franceses pasan su vacaciones en Hackney Green junto al parque olímpico», COLEMAN, JASMINE: Hackney Gazette, 17 de noviembre de 2011. En línea en: https://www.hackneygazette.co.uk/news/french-gipsies-spend-holiday-on-hackney-green-next-to-olympic-park-1-1129329 [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
- WOLLEN, PETER: «Situationists and Architecture», New Left Review, marzo – abril de 2001, pp.124-125. La fecha de inicio del proyecto New Babylon es discutido entre los investigadores. Ya que lo fechan en1956 o 1959, dependiendo de si creen que el plan del campamento gitano precedió o fue parte del Proyecto Nueva Babilonia (1956-1958). También: MCDONOUGH, TOM: Campo Nomadi: Constant’s Design for a Gypsy Camp, presentación grabada, 42:55 minutos. Call the Witness, Pavilon romaní, 54ª Bienal de Venecia, 1 de junio de 2011. En línea en: http://www.callthewitness.net/Testimonies/CampoNomadi [Última consulta realizada el 20 de octubre de 2019]. ↩︎
- N del E: Ver nota 19 y siguientes. ↩︎