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CONTEXTO
A propósito de la restitución del patrimonio africano. Claves para la comprensión de una problemática, Hasan G. López Sanz

Emmanuel Macrón encargó un informe a Felwine Sarr y Bénédicte Savoy sobre las devoluciones de las colecciones patrimoniales africanas en los museos. En este ensayo, el autor argumenta algunos de los motivos por los que no logra atender a las complejidades del proceso.
Traditional Repair, Immaterial Injury, 2014/2018. Escultura con grapas de metal. Vista de la exposición The Field of Emotion, The Power Plant, Toronto, 2018. Fotografías de Toni Hafkenscheid. Cortesía del artista.
(Valencia, 1978). Doctor en Filosofía y Licenciado en Antropología…

CONTEXTO

Quiero empezar el texto con una advertencia al lector que le permita entender qué va a encontrar en él. Hace casi dos décadas que utilizo la filosofía para pensar los museos de antropología en Europa, sus políticas y prácticas, teniendo siempre en cuenta las propuestas que se hacen desde las prácticas artísticas, especialmente las artes visuales. También me han interesado las relaciones entre colonialismo, fotografía y antropología, dedicando una parte importante de mis investigaciones a la tradición africanista francesa. Esto me ha permitido conocer las transformaciones y crisis de los museos parisinos —Museo de etnografía del Trocadéro, Museo del Hombre, Museo de las Colonias, Museo de las Artes Africanas y Oceánicas, y Museo del Quai Branly (ahora Museo del Quai Branly-Jacques Chirac)— dedicados a las culturas «otras». A pesar de los intentos anteriores, me atrevo a decir que la apertura de la sección dedicada a las llamadas «artes primeras» o «arte clásico africano» en el Pabellón de Sesiones del Louvre en el año 2000 y del Museo del Quai Branly en 2006, fueron dos momentos clave en la visibilización de los objetos de cultura material procedentes del continente africano en Francia. Este museo, diseñado por el arquitecto vanguardista Jean Nouvel y que apostaba por una presentación esteticista de los objetos en su sala de exposición permanente, justificó su razón de ser en la necesidad de integrar lo que consideraba la creación de tres cuartas partes de la humanidad en la historia del arte universal. Con ese gesto, el museo instituía una nueva narrativa que revelaba una forma transmutada de nacionalismo, donde la activación patrimonial permitía (re)inscribir y (re)escribir —institucionalmente hablando— una parte importante de la memoria colonial. Memoria mostrada con pocas fisuras al reducir las colecciones expuestas a objetos artísticos..

Emmanuel Macrón encargó un informe a Felwine Sarr y Bénédicte Savoy sobre las devoluciones de las colecciones patrimoniales africanas en los museos. En este ensayo, el autor argumenta algunos de los motivos por los que no logra atender a las complejidades del proceso.

Desde este punto de vista, el Museo del Quai Branly, presentado significativamente como «un lugar donde dialogan las culturas», terminaba por expresar un régimen de verdad y dominación edulcorado con la retórica universalista de lo patrimonializable. El museo se articulaba a partir de una idea de patrimonio que se postulaba como universal —y universalizable— y se aplicaba, de forma uniforme, a la diversidad de objetos de cultura material depositados en la institución. En definitiva, expresaba su cualidad «de control social del conocimiento». Este proceso estuvo acompañado de un debate que venía de lejos: la restitución y devolución de las colecciones depositadas en los museos franceses a sus respectivos países de origen1.

Los puntos de partida de este artículo son la necesidad de continuar con los procesos de restitución y retorno patrimonial, de trabajar para reequilibrar la balanza de la distribución de bienes culturales, de favorecer la circulación e intercambio de objetos, archivos e ideas entre Europa y el continente africano, de desarrollar proyectos curatoriales que pongan en el centro la reflexión sobre la restitución patrimonial y la reparación. Así, el propósito de este texto es problematizar algunos de los términos del discurso predominante en Europa, por expresar una concepción eurocéntrica del patrimonio y responder al modelo centro-periferia. En este caso particular, Francia se erige como agente fundamental en el establecimiento del objeto y términos de la restitución de un patrimonio que le quema las manos ante los otros subalternos.

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En un proyecto de laboratorios, publicaciones y exposiciones recientemente organizado por el centro SAVVY Contemporary de Berlín (en colaboración con el Jameel Arts Centre de Dubai y la Ifa Gallery de Berlín) titulado «Fort the phoenix to find it’s form in us», los organizadores trataron de problematizar el discurso actual sobre restitución del patrimonio africano. Hasta este momento, ese discurso estaba muy centrado en la cuestión del retorno de los objetos al que se supone que fue su lugar de origen, siguiendo la estela de las declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron el mes de noviembre de 2017 en la Universidad de Uagadugú (Burkina Faso). En su intervención, donde ponía la cultura en el centro de las que debían ser las nuevas relaciones entre Francia y África, afirmaba:

No puedo aceptar que una gran parte del patrimonio cultural de varios países africanos esté en Francia. Hay explicaciones históricas para esto, pero no hay una justificación válida, duradera e incondicional. El patrimonio africano no puede estar solo en colecciones privadas y museos europeos. El patrimonio africano debe ponerse en valor en París, pero también en Dakar, Lagos, Cotonou. Esa será una de mis prioridades. Quiero que en un plazo de cinco años se cumplan las condiciones para la restitución temporal o definitiva del patrimonio africano en África2.

Poco después de realizar estas declaraciones, el presidente francés encargó al economista senegalés Felwine Sarr y a la historiadora del arte Bénédicte Savoy un informe sobre las colecciones patrimoniales africanas en los museos franceses, que contaba además con una serie de recomendaciones concretas en materia de restitución: especificaciones de qué se debía restituir, cuáles eran las prioridades en materia de restitución3, los plazos4 o las modificaciones que debían hacerse en la legislación francesa (donde el patrimonio está sometido al régimen de la inalienabilidad e imprescriptibilidad) para que las colecciones reclamadas por los estados africanos regresasen al continente. Además, se instaba a desarrollar investigaciones sobre la historia de las colecciones, pesquisas que debían desvelar cómo se habían construido, y analizar las posibles consecuencias de la pérdida del patrimonio. Un hecho que contribuiría a reparar, si quiera simbólicamente, el daño causado.

Este informe se publicó inmediatamente como libro con un título que era en sí mismo una declaración de intenciones: Restituer le patrimoine africain. El texto abogaba por la restitución casi incondicional, con previa petición por parte de los Estados interesados, de objetos recolectados durante la conquista colonial y colonización efectiva del continente africano5, objetos donados por antiguos colonos o por sus descendientes a instituciones públicas francesas —recogidos durante la época de la colonia—, y objetos extraídos de forma ilícita de África después de las independencias. Este proceso iría acompañado del retorno de archivos digitalizados (informes, dossiers de obras, fichas descriptivas, fotografías, registros sonoros, filmaciones, etc.) que permitiesen conocer mejor las colecciones.


El informe ha sido ampliamente aplaudido por una comunidad sensible con la cuestión. Sin embargo, también ha recibido críticas y ha sido problematizado por juristas, conservadores de museos, académicos y coleccionistas6. no necesariamente contrarios a la restitución.

Una de las voces críticas ha sido la de Emmanuel Pierrat. Según el abogado francés, el informe carece de rigor metodológico: «el concierto se ha reducido al mínimo, pasando por alto a conservadores de museo, historiadores del arte, marchantes, juristas experimentados, para escuchar solamente a unos cuantos y en supuestos «talleres» reducidos a medio día»7. Además, sostiene que el informe pretende aplicar leyes con carácter retroactivo. En otras palabras, considera que deben devolverse colecciones adquiridas como botines y trofeos durante la conquista colonial del siglo XIX, es decir, antes de que existiesen leyes que limitasen y prohibiesen el espolio de bienes culturales en caso de guerra8.

A esto se puede añadir que el informe no profundiza en las posibles razones estratégicas del discurso del presidente Macron. Más allá del interés por los objetos y los pueblos que los produjeron —del deseo de labrar relaciones culturales igualitarias—, la crisis de la francofonía y la pérdida de hegemonía del país galo en África del Oeste ante países como China es un hecho que no podemos perder de vista9. De ahí que al lector desapasionado le pueda resultar chocante la siguiente afirmación de Sarr y Savoy:

¿Podemos, por tanto, contemplar restituciones exitosas y pactadas, motivadas por el doble interés de los pueblos y los objetos? ¿Podemos pensar en restituciones cuya apuesta no sea puramente estratégica, ni simplemente política o económica, sino también y verdaderamente cultural en el primer sentido del verbo colere, que es «habitar», «cultivar», «honrar»? El anuncio hecho en Uagadugú así lo hace pensar10.

En este sentido, el antropólogo Jean Loup Amselle sostiene que la operación de restitución es un apaño «si no va acompañada del cese de las intervenciones militares y políticas en países africanos, en el Sahel especialmente, y la restitución de la soberanía monetaria de los países de la zona con la supresión del franco CFA»11.

Pero, sin lugar a duda, uno de los puntos más polémicos del informe es que asume que la práctica totalidad de las obras depositadas en museos europeos han sido espoliadas o adquiridas de forma ilícita. De hecho, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define restituir como el acto de devolver algo a alguien que lo tenía antes, restablecer o poner algo en el estado que tenía anteriormente o, referido a las personas, volver al lugar de donde había salido. Es decir, la restitución lleva implícita la idea de que la apropiación del bien se ha producido de forma indebida: mediante el uso de la fuerza, robo, coacción, etc. Formulado en estos términos, el planteamiento es simplista. Por un lado, porque esta práctica, según han defendido algunos especialistas12, no puede hacerse extensiva a todas las situaciones. Por otro lado, porque hablar solo de espolio implica negar algunas de las dinámicas que operaron desde temprano en África que tenían que ver con el mercado del arte. El testimonio de la galerista Hélène Leloup es revelador en este sentido:

Abrí en 1954 con Henri Kamer una primera galería en el número 90 del bulevar Rapail. Desde 1957, empezamos a viajar al continente africano para comprar objetos in situ. Tratábamos con marchantes de arte malienses, guineanos y marfileños. Decir que esos bienes fueron «espoliados» o dar a entender que fueron «mal adquiridos», es en primer lugar ignorar la existencia de estos mercados africanos y de este mercado ya conocido por los museos europeos13.

Dicho con otras palabras, relega a los africanos a sujetos pasivos incapaces de articular formas de comercio, producción y venta de objetos destinados a viajeros, administradores coloniales o incluso antropólogos profesionales.

Otro de los problemas del informe es que reduce las expediciones etnográficas que se organizaron en el seno del Museo de la etnografía del Trocadero y el Instituto de Etnología de la Universidad de París durante la década de 1930, a expediciones dedicadas única y exclusivamente al espolio patrimonial. Al hacerlo, utilizando como justificación algunas declaraciones de verdadero pillaje hechas en L’Afrique fantôme y una carta de la correspondencia de Michel Leiris con su mujer durante la Misión etnográfica y lingüística Dakar-Djibouti (1931-1933)14, están olvidando una parte importante del trabajo desarrollado por la antropología académica en el terreno de la investigación etnológica y el reconocimiento de la complejidad de los sistemas de pensamiento, estructura social, religión, etc., de las sociedades tradicionales africanas en un contexto marcado por la presión de las religiones monoteístas y el avance del proceso civilizador por la colonización. Un conocimiento que debe ser valioso al no ser descartado por los responsables del informe, que consideran que este ingente material que nutre los archivos debe ponerse al servicio de los museos africanos que lo requieran. También se omiten los pasajes de L’Afrique fantôme que describen la diversidad de métodos de adquisición de objetos que no responden ni al saqueo ni al pillaje.

Pero la propuesta de devolución casi incondicional del patrimonio africano cobró todavía más importancia al ir acompañada de lo que se conoce en derecho como inversión de la prueba de cargo. Es decir, Sarr y Savoy consideran que el requisito que debe cumplir un objeto para que pueda ser restituido, es que «no» existan testimonios explícitos del pleno consentimiento de los propietarios o de quienes custodiaban los objetos en el momento en que fueron adquiridos por europeos. Ciertamente podemos considerar, como lo hizo el propio Macron en sus declaraciones a una televisión argelina y al diario Echorouk News en febrero de 2017, que el colonialismo es un crimen contra la humanidad15. Si partimos de esta afirmación —con la que estoy de acuerdo—, el debate sobre restitución empieza y acaba con el esclarecimiento de esta cuestión, sin la necesidad de interpelar al público con argumentos simplificadores o miopes. Es decir, los términos de la negociación son distintos cuando se apela al desequilibrio en el reparto del patrimonio cultural africano generado por un sistema que atenta contra la dignidad humana y que supone la quiebra de la racionalidad ilustrada.

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No cabe la menor duda de que el discurso de Macron y el informe subsiguiente de Sarr y Savoy sirvieron para agitar el avispero y producir un auténtico sunami a distintos niveles. Por un lado, los museos de antropología, de culturas del mundo, de civilizaciones, de artes primeras (y otros tantos eufemismos utilizados para referirse a instituciones que conservan y exhiben vestigios de cultura material referidos a sociedades africanas), tuvieron que hacer frente a la historia de sus colecciones y posicionarse a favor o en contra de la restitución. Por otro, algunos gobiernos africanos y representantes del mundo de la cultura aprovecharon la coyuntura para insistir en la importancia de restituir el patrimonio. Asimismo, la comunidad afrodescendiente y de la diáspora africana se movilizó en Europa participando en los debates, desarrollando investigaciones y acciones —algunas de ellas desde las prácticas artísticas y curatoriales y otras desde la acción directz16— que ponían en exergo la cuestión del espolio colonial y la restitución. Finalmente, una parte de la comunidad cultural y académica europea interesada en estos asuntos, consciente de la violencia inherente a las prácticas del colonialismo y sus legados contemporáneos, recibió favorablemente el informe, que partía una lanza a favor del reequilibrio del patrimonio y de las relaciones culturales entre Francia y el continente africano. Sin lugar a duda, más allá de su contenido concreto, esta es la mayor virtud del informe: poner la restitución epistemológica y patrimonial en la agenda política, cultural y académica.

En el plano cultural y académico, un buen instrumento para medir su impacto son los proyectos curatoriales y seminarios que se han organizado y se siguen organizando en Europa desde 2018. Entre las exposiciones, podemos citar: Las cicatrices nos recuerdan que nuestro pasado es real de Kader Attia (2018) en la Fundación Joan Miró de Barcelona; RESIST! The Art of Resistance (2021) en el Museo de etnografía de Colonia; el proyecto Fort the phoenix to find it’s form in us en SAVVY Contemporary (2021) en Berlín; el proyecto Fragments of Repair (2021) en BAK Basis voor Actuele kunst de Utrecht; Invisible inventories. Questioning Kenyan Collections in Western Museums (2021) en el Museo de Nairobi, el Museo de etnografía de Colonia y el Museo de las culturas del mundo de Franckfurt; [Re: Entanglements] Nigeria/ Sierra Leone/Re-engaging with Colonial Archives in Decolonial Times (2021-2022) en el Museo de Arqueología y Antropología de Cambridge o Retour. À la rencontre de l’Afrique contemporaine (2021) en el Atelier de Nantes. Esto demuestra que la cuestión de la restitución y la reparación, más allá de exigencias morales y legales, se ha convertido en un «poderoso imaginario artístico», tal y como ha reconocido Jean Loup Amselle17.

También podemos citar algunos seminarios, entre ellos: «Le Retour de la restitution» (2019, Universidad de la Sorbona); «Face au présent: figuration, restitution des objets d’art non-occidentaux» (2019, Instituto Nacional de Historia del Arte de París). «Memory and Restitution» (2019, Museo de etnografía de Colonia); «Seminário sobre restituição do patrimônio cultural a Moçambique: Historia, realidade e utopia» (2019-2021, Plataforma Mbenga Artes e Reflexões); «The restitution debate: African art in a global society» (2020, Academia Italiana, Universidad de Columbia); «Everything Passes Except the Past» (2020, Instituto Goethe), «Le combat africain pour son art» (2021, Instituto Goethe) o «Patrimoni en conflicte. Museus i llegat colonial» (2021, Universidad de Barcelona y Ayuntamiento de Barcelona).

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En todo caso, tanto si se pone en marcha el proceso de restitución patrimonial en los términos propuestos por el informe Sarr/Savoy como si se opta por otra vía distinta, hay problemas epistemológicos que no desaparecen con la restitución y que no podemos pasar por alto. En primer lugar, los objetos que albergan las colecciones europeas han atravesado diversas «metamorfosis», por utilizar la expresión de André Malraux en El museo imaginario: curiosidades exóticas, trofeos, objetos etnográficos y obras de arte, principalmente. Esa metamorfosis, en Francia, especialmente desde la apertura de la sección de «artes primeras» en el Pabellón de Sesiones y el Museo del Quai Branly, han contribuido a visibilizar, revalorizar, monumentalizar y devenir «iconos artísticos» una parte importante de las colecciones africanas. Además, muchos de estos objetos han pasado por las manos de artistas, coleccionistas y galeristas de renombre, lo que ha favorecido en gran medida su reconocimiento artístico y, por qué no decirlo, incremento de valor en el mercado del arte. Por esta razón, aunque los objetos regresen al continente, no lo harán como partieron. Utilizando la terminología marxista, muchos de ellos salieron de África con valor de uso y regresarán con un fuerte valor de cambio, un hecho que podría condicionar sin lugar a duda su musealización. Además, no solo puede haber cambiado el estatuto epistemológico de los objetos, sino también su contexto cultural. Por esta razón no podemos pensar que la translocación de objetos de cultura material opera únicamente en los términos descritos por Fatoumata Ngom en su novela Le silence du totem. En ella, la autora relata el encuentro de una conservadora senegalesa del Museo del Quai Branly, Sitoé Iman Diouf, con un objeto totémico conservado en las reservas del museo parisino que pertenecía al pueblo de sus ancestros, el Pangool de Khalambass, y la restitución de este. El regreso del objeto a Senegal aparece en la novela como un acto de restitución que devuelve un objeto que había sido espoliado por un misionero francés, con la ayuda de un autóctono, a su lugar de origen. También como un acto que devolvía la armonía social al pueblo: el Pangool era el guardián y protector de las familias de los malos espíritus y su desaparición había sido catastrófica. Finalmente, la restitución también era un acto de liberación para Sitoé, que había cumplido la misión para la que parecía estar predestinada desde que comenzó a estudiar antropología en Francia, un hecho que se le va revelando en forma de visiones extrañas cuando se acerca al objeto.

¿Qué podemos deducir de todo lo anterior? Que cabe la posibilidad de que la (re)patrimonialización de los objetos restituidos siga las lógicas que operan en el contexto global de las dinámicas de las industrias culturales, el mercado del arte y las ciudades creativas, donde la cultura no se entiende si no es rentable. Si esto sucede, los objetos seguirán igual de muertos que en los museos coloniales europeos. En esta línea, podemos pensar en el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar: una institución cuya museografía no difiere de la de muchos museos europeos y que expone objetos pertenecientes a tradiciones culturales animistas en un contexto principalmente musulmán.

Por otro lado, el debate deberá ir acompañado de otra reflexión, la del cuidado del patrimonio posindependencia (fotográfico, pictórico, etc.) y la importancia de su conservación18. Por no hablar de los edificios, verdaderos monumentos arquitectónicos, que pueblan algunas ciudades del continente.

Otro problema epistemológico fundamental tiene que ver con la concepción que se desprende del informe del patrimonio. El Museo del Quai Branly-Jacques Chirac alberga en sus colecciones alrededor de 70.000 objetos procedentes del África negra. De estos, tan solo 1.000 se exhiben en la exposición permanente19. La mayoría de los objetos de esta sala, así como los que se exponen en el Pabellón de Sesiones del Louvre, tienen una calidad estética o un valor simbólico especial para la sensibilidad europea. De hecho, sirven más para entender cómo se ha construido «le goût des Autres»20 desde principios del siglo XX que para formarnos una idea clara del patrimonio africano desde una perspectiva autóctona. Dicho con otras palabras, como museo que pone en el centro del acercamiento a los objetos la experiencia estética, el criterio de exhibición no responde a la importancia que estos tienen para las sociedades que los produjeron, sino a su relación con quienes construyeron la idea de «arte primitivo», «arte tribal», «arte primordial» o «artes primeras»; esto es, artistas de vanguardia (dadaístas, surrealistas, etc.), coleccionistas y marchantes. El exdirector del Museo de Ginebra, Boris Wastiau, ha afirmado que esta concepción de los museos de etnografía responde al «esteticismo elitista»21, a una forma de canibalismo «que consiste en extraer de colecciones históricas… Iconos estéticos que reflejan el buen gusto de algunos y las corrientes del mercado del arte sin aportar ningún tipo de plusvalía a la reflexión intelectual»22. De modo que, si prestamos atención a estos objetos monumentales, el acto de restitución no puede pensarse únicamente en términos de pérdida radical porque, como ha señalado el antropólogo Eric Jolly, hay objetos que desde el punto de vista del patrimonio sería más urgente restituir que los que el informe considera prioritarios, entre ellos, unas máscaras dogón de Mali. Objetos que han sido revalorizados por la estética primitivista europea y que tienen un valor económico importante en el mercado del arte23. A esto se debe añadir que la mayoría de los 69.000 objetos no expuestos se recogieron con el propósito de construir series representativas de las distintas esferas de la vida social, siguiendo las directrices del proyecto de Museo del Hombre de Paul Rivet, y no responden a criterios estéticos ni de monumentalidad. Es decir, son objetos cotidianos como calabazas, peines, recipientes, utensilios de labranza, instrumentos musicales, muñecas, agujas, etc. En un pasaje de L’Afrique fantôme del día 15 de junio de 1931, cuando la expedición se encontraba en el poblado de Malèm Nyani, en la región de Tambacounda (Senegal), Leiris señala:

Al salir del campamento, Griaule, el jefe y yo topamos con un buhonero que vende juguetes de madera que representan animales. Como sospecha que se trata de objetos fabricados para uso exclusivo de los europeos, Griaule hace distintas preguntas al vendedor, cuyos precios son, por otra parte, desorbitados. «¿Quién te ha dado la idea de hacer esto?» «!Alá¡», replica el otro. El jefe se divierte mucho con esta respuesta […]. Comienza la indagación y la recolecta de objetos, y la continuamos en un ambiente perfectamente idílico. La gente se divierte mucho con nuestras preguntas, que les parecen inverosímiles por su futilidad. Lo mismo sucede con nuestras compras, ya que todos los utensilios que poseen son muy zafios —lo saben— y no parecen muy pensados para tentar a los extranjeros24.

Por todo lo dicho anteriormente, no podemos afirmar que estemos ante objetos que se transmiten «de generación en generación» ni que se conserven «según modalidades específicas»25 —utilizando los términos en que el informe define el patrimonio—, como los manuscritos de la biblioteca de Tombuctú, los tesoros dinásticos de Benin City, los libros de la biblioteca de Magdala o los tesoros del palacio de Abomey.

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Como hemos podido ver, las claves para la comprensión de la restitución patrimonial son mucho más complejas de lo que cabe pensar a partir del informe de Felwine Sarr y Bénédicte Savoy. Además, el informe expresa una concepción exógena del patrimonio y sitúa a Francia como agente principal —voz cantante, podríamos decir, frente a los otros subalternos— del proceso de restitución. Un hecho que, como podrá comprobar el lector en la entrevista de Ángela Rodríguez Perea a Massamba Lba Guèye que se publica en este número de Concreta, incomoda a algunos especialistas en patrimonio africanos, que no se sienten interpelados por un informe que no reconocen como propio.

Notas bibliográficas

  1. En el libro Restituer le patrimoine africain (Philippe Rey y Seuil, París, 2018), Felwine Sarr y Bénédicte Savoy hacen una genealogía de las peticiones de restitución hechas por
    países africanos desde las independencias y organismos internacionales que abogan
    por reequilibrar la balanza del reparto patrimonial. A este episodio se han referido como la «historia olvidada de las reclamaciones patrimoniales». ↩︎
  2. Discours d’Emmanuel Macron à l’université de Ouagadougou», elysee.fr, 28 de noviembre de 2017. Disponible en: https://www.elysee.fr/emmanuel-macron/2017/11/28/discours-demmanuel- macron-a-luniversite-de-ouagadougou [Última consulta realizada el 16 de septiembre de 2021]. ↩︎
  3. Los autores del informe diferenciaban en el esquema: 1) Colecciones que debían restituirse con rapidez y sin investigaciones suplementarias: A) Objetos recogidos por la fuerza o que se podía presumir que se habían adquirido en condiciones de desigualdad (botines de guerra, trofeos, etc.); B) Objetos recogidos por personal militar o administrativo que hubiese estado en el continente africano durante el periodo colonial; y C) Objetos recogidos por expediciones científicas anteriores a 1960. 2) Colecciones que requerirían de investigaciones complementarias: A) Objetos donados a museos a partir de 1960, pero que se puede presumir que habían sido recogidos en África durante el periodo colonial. Finalmente, el informe establece que se conservarán en las colecciones francesas los objetos que se hayan adquirido o bien mediante una transacción fundada en el consentimiento libre, justo y documentado, o los que se hayan adquirido con la vigilancia necesaria en el mercado del arte después de la entrada en vigor de la convención de la UNESCO de 1970, es decir, que respondan a un modo de adquisición sin «prise de risque éthique». SArr, Felwine y SAVoy, Benédicte: Óp. cit., p. 106. ↩︎
  4. El informe habla de tres etapas en el proceso de restitución. En la primera etapa (noviembre de 2018-noviembre de 2019) se restituiría a los estados africanos: 1) Inventarios de las obras salidas de sus territorios (según la delimitación territorial actual); 2) Restitución solemne de algunas piezas simbólicas como muestra de buena voluntad y apertura; 3) Restitución de otras piezas si los estados que las reclaman consideran que disponen de las infraestructuras oportunas para acogerlas. Entre los objetos que se restituirían en esta primera etapa se encuentra la colección procedente del espolio del palacio de Abomey en Benín (cuyo proceso de restitución ya se ha iniciado a día de hoy), algunos objetos procedentes del botín de guerra de Segou, como el sable de El Hadj Omar Tall (ya restituido a Senegal), las colecciones procedentes de Benin City, como los famosos bronces depositados en distintos museos europeos y colecciones privadas (cuyo proceso de restitución ya se ha iniciado), las pinturas de la iglesia de San Antonio de Gondar, Etiopía, o algunos de los objetos recolectados en Mali por expediciones etnográficas durante la década de 1930. La segunda etapa (primavera de 2019-noviembre de 2022) se procederá a hacer un inventario digital de las colecciones y compartir material de archivo digitalizado. En la tercera etapa (a partir de noviembre de 2022), se continuará con el proceso de restitución. ↩︎
  5. En resumen, el informe propone acoger favorablemente: 1) Las peticiones de restitución de los objetos recogidos durante expediciones militares, a pesar del estatuto jurídico de los trofeos de guerra antes de la adopción de la primera convención de La Haya sobre el derecho de guerra, adoptada en 1899; 2) La restitución de las colecciones conformadas a partir de la década de 1930 por las expediciones etnográficas oficiales. La única excepción a la regla será cuando existan testimonios explícitos del pleno consentimiento por parte de los propietarios o de quienes custodiaban los objetos en el momento en que fueron adquiridos por los investigadores. Desde este punto de vista, se produce la inversión de la prueba de cargo, ampliando al contexto colonial el principio de la Convención Unidroit de 1995; 3) Las donaciones de particulares de objetos recogidos durante el periodo colonial o los objetos donados a museos por sus descendientes, a menos que se pueda atestar el consentimiento del vendedor; 4) Objetos adquiridos después de las independencias ilícitamente o contraviniendo la legislación que limita el espolio del patrimonio. ↩︎
  6. Entre las voces críticas destaca el libro de Emmanuel Pierrat, Faut-il rendre des oeuvres d’art à l’Afrique? (Gallimard, París, 2019), en el que el abogado dice literalmente que pretende «resituar los datos de este debate, con el propósito de descartar aserciones gratuitas y falsas, de ponerse a salvo de afirmaciones simplificadoras o moralizadoras» (Ibídem, p. 13) ↩︎
  7. Pierrat, Emmanuel: Ibídem, p. 36. ↩︎
  8. Véase la «Convención relativa a las leyes y costumbres de la guerra terrestre» de 1907, que
    desarrolla la Convención de la Haya de 1899. ↩︎
  9. En el plano cultural, el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar lo ha financiado China. Existe una amplia bibliografía sobre la cuestión. Un clásico, en este sentido, es el libro publicado en 2008 por Serge Michel y Michel Beuret China en África. Pekín a la conquista del continente africano (Alianza, Madrid, 2009). ↩︎
  10. Arr, Felwine y SAVoy, Benédicte: Óp. cit, pp. 41-42. ↩︎
  11. Amselle, Jean-Loup: «Africa 2020: l’empire de la restitution», AOC, 6 de septiembre de 2021. Disponible en línea en: https://aoc.media/opinion/2021/09/05/africa-2020-lempire-de-la-restitution/ [Última consulta realizada el 11 de septiembre de 2021]. ↩︎
  12. De hecho, Pierrat defiende que no debemos utilizar el concepto restitución, a menos que existan evidencias de espolio de las piezas referidas. ↩︎
  13. Citado en Pierrat, Emmanuel: Óp. cit., p. 73 ↩︎
  14. La Misión etnográfica y lingüística Dakar-Djibouti fue una de las primeras expediciones de la etnología académica francesa. Patrocinada por el estado y con la participación de diversas instituciones académicas y científicas, atravesó entre los años 1931 y 1933 el continente africano de oeste a este recogiendo información etnográfica y objetos destinados a rellenar las lagunas de las colecciones africanas del Museo de etnografía del Trocadéro. Véase Sánchez Durá, Nicolás y López, Hasan G.: La misión etnográfica y lingüística Dakar-Djibouti (1931-1933) y el fantasma de África, PUV, Valencia, 2009. ↩︎
  15. «La colonización forma parte de la historia francesa. Es un crimen, es un crimen contra la humanidad, es una verdadera barbarie. Y eso forma parte de este pasado que debemos mirar a la cara, pidiendo perdón…» Roger, Patrick: «Colonisation: les propos inédits de Macron font polémique», Le Monde, 16 de febrero de 2017. Disponible en línea en: https://www.lemonde.fr/election-presidentielle-2017/article/2017/02/16/pour-macron-la-colonisation-fut-un-crime-contre-l-humanite_5080621_4854003.html [Última consulta realizada el 15 de septiembre de 2021]. ↩︎
  16. odemos destacar las acciones del activista político panafricano Emery Mwazulu Diyabanza en el Museo del Louvre, el Museo del Quai Branly, el Museo de Artes africanas de Marsella y el Museo de África de Berg en Dal en los Países Bajos. En todos los casos, el activista entraba al museo, cogía una pieza e intentaba salir con ella diciendo que venía a recuperar lo que se había robado a África. «Au Louvre, un activiste tente de s’emparer d’une sculpture “volée à l’Afrique” », LePoint.fr, 27 de octubre de 2010. Disponible en línea en: https://www.lepoint.fr/societe/au-louvre-un-activiste-tente-de-s-emparer-d-une-sculpture-volee-a-l-afrique-27-10-2020-2398137_23.php [Última consulta realizada el 15 de septiembre de 2021]. ↩︎
  17. Amselle, Jean-Loup: Óp. cit. ↩︎
  18. Véase la conferencia de Maureen Murphy en el INHA (Institut national d’histoire de l’art) del 31 de enero de 2019. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=doBK6dp_R4c [Última consulta realizada el 16 de septiembre de 2021.]. ↩︎
  19. En línea en: https://www.quaibranly.fr/fr/collections/toutes-les-collections/le-plateau-des- collections/lafrique/ [Última consulta realizada el 16 de septiembre de 2021]. ↩︎
  20. Benoît de L’Estoile, Le goût des Autres. De l’Exposition colonial aux Arts premiers, Flammarion, París, 2007. ↩︎
  21. Wastiau, Boris: «La reconversion du Musée Glouton», en Gonseth, Marc Olivier; Hainard, Jacques y Kaehr, Roland: Musée cannibal, Musée d’etnographie, Neuchâtel, 2002, p. 105. ↩︎
  22. Ibídem ↩︎
  23. [23] A este respecto, véase la conferencia en el INHA de Eric Jolly el 31 de enero de 2019. Institut national d’histoire de l’art, La Nuit des idées 2019 | Table ronde 1 – Acquisition/restitution des objets, 11 de febrero de 2019. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=doBK6dp_R4c [Última consulta realizada el 16 de septiembre de 2021]. ↩︎
  24. Leiris, Michel: El África fantasmal, Pre-textos, Valencia, 2007 (1934), pp. 51-52. ↩︎
  25. Sarr, Felwine y Savoy, Bénédicte: Óp. cit., p. 23. ↩︎
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