MATERIALES
Este texto podría comenzar con una pregunta tan amplia y llena de posibilidades como complicada de responder: «¿Cómo es la relación entre arte y tecnología hoy?» O, siendo un poco más específicos, «¿Cuál es la importancia de señalar, aislar y analizar esta relación, cuando la tecnología es una parte tan esencial de nuestra vida cotidiana como para dudar de la propia posibilidad de modo de existencia y, por extensión, de un arte no tecnológico?» Tal vez la primera pregunta que debamos hacernos sea: «¿Qué entendemos por tecnología?» Y es aquí cuando podemos acudir al socorrido origen etimológico de la palabra para enfrentarnos a este juego de tintes retóricos: tecnología proviene del griego techné, que se traduce como artesanía o «arte», y también como la aplicación práctica de algún tipo de conocimiento. Y si esta es la raíz de la palabra, es la propia idea de arte tecnológico la que no tiene sentido: no sería más que un pleonasmo, una proposición redundante.
Moisés Mañas parece compartir mis reparos con esta nomenclatura, aunque no se los haya comunicado ni hayamos tenido la ocasión de discutirlo. «Hoy por hoy, no tiene sentido decir: “vamos a hacer Net.art o arte multimedia”», me dice. «Hagas lo que hagas y uses los medios que uses, siempre estarás haciendo producción artística. A mí, la tecnología no me sorprende. Me sorprende lo que me cuentan, o lo que puedo contar, a través de ella». Me parece una declaración inteligente y razonable, dada la actual fetichización formal (que a menudo roza lo vacuo) latente en muchas de las prácticas asociadas con tecnologías web reunidas bajo la clásica rúbrica de arte de los nuevos medios o, la más reciente y tendenciosa, post-internet art. Pero habiendo trabajado desde finales de los noventa en nuevos soportes tecnológicos, cuando este tipo de prácticas eran aún tremendamente exóticas en España, Mañas no se deja seducir por los cantos de sirenas del mundo del arte y sus atrayentes terminologías de estilo. La suya parece una trayectoria marcada por la intuición y la sed de experimentación, más que por el deseo de inscribirse en una determinada escuela o en cualquier discurso escrito por otros. Doctor en Artes Visuales e Intermedia por la Universidad Politécnica de Valencia, donde ahora es profesor en el departamento de Escultura, fue una providencial beca Erasmus en la universidad británica de Southampton —de donde probablemente le viene esa querencia por la terminología inglesa tan presente en su obra— la que le hizo abandonar el medio escultórico tradicional y adentrarse en los páramos de la tecnología como medio artístico. Su trayectoria se puede incluso leer como una historia aplicada del arte tecnológico en España: desde sus primeros pasos con el CD-ROM de autor pasando por el Net.art conceptual y culminando con proyectos de código avanzado y desarrollo de software para la visualización de datos y el geoposicionamiento.
De la pantalla al objeto escultórico
Pero tras dos décadas trabajando con pantallas e investigando las posibilidades de materiales intangibles o virtuales y con todo aquello que demostrara que sabía programar, Mañas se reconoce volviendo al objeto escultórico y es por ello que su última serie, Around, resulta especialmente sugestiva. En ella, el artista ha retomando una interesante exploración del objeto en el espacio con un enfoque fenomenológico a priori más cercano a lo que conocemos como instalación que a lo que asociamos con arte de los «nuevos medios». Las piezas de esta serie son cuidados assemblages cinéticos donde las tecnologías digitales y analógicas se alían para explorar la visualización de datos y los flujos comunicativos. Esta estrategia, el tornar visible los invisibles procesos digitales a través de lo analógico, ya había sido utilizada por Mañas en piezas como Stock o Win-D, pero el uso de objetos y el cuidado trabajo espacial coloca esta última serie en un contexto de lectura nuevo y más amplio. Asimismo, ofrece otros puntos de acceso a audiencias menos experimentadas en el arte hecho con las tecnologías más punteras gracias a reconocibles referencias históricas, desde la escultura minimalista al arte povera, por mencionar dos de ellas.
A pesar de haber vivido su apogeo durante la explosión cyberpunk de los años ochenta, la tensión dialéctica entre tecnologías de la información y objetos cotidianos resulta particularmente pertinente en la actualidad ya que, ¿qué es la tecnología sino la definitiva transmigración de las facultades y canales comunicativos intrínsecos al hombre (su voz, su cuerpo) a objetos prostéticos externos (las pinturas rupestres, el papiro, el teléfono)? Con el desarrollo a finales del siglo XX de las tecnologías digitales, la comunicación parece cada vez algo más etéreo y virtual, pero la desasosegante dependencia del ser humano en la actualidad de todos los gadgets (ordenadores portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes) que le permiten conectarse compulsivamente a las redes virtuales no es sino el diáfano recordatorio de que no somos más que seres apegados a objetos materiales, un tipo de prótesis como otra cualquiera. La implantación de computadoras en forma de microchips en nuestros organismos, esa utopía distópica imaginada por escritores como William Gibson o Philip K. Dick es, hoy por hoy, todavía ciencia ficción, aunque quién sabe por cuánto tiempo. Así pues, los binomios hombre-objeto y flujos de información-receptor son cuestiones que demandan nuestra atención hoy más que nunca.
Moisés Mañas mostró los primeros resultados de esta última serie a principios de 2012 con la pieza Around a Word of network (Around: Una palabra de la red). La instalación conecta la red social Twitter con un dispositivo electrónico que activa el movimiento pendular de una lámpara incandescente que oscila e ilumina el espacio expositivo. El flujo de Twitter activa el mecanismo de la lámpara cada vez que reconoce un mensaje con la palaba around y la instalación se completa con una pantalla donde se pueden leer dichos mensajes. Además de hipnótico, el péndulo es una figura conceptualmente evocadora que, como dice el propio Mañas, «construye tiempo donde no lo hay». Su poder de fascinación sobre físicos y filósofos tiene una larga e interesante trayectoria histórica. Ya a principios del siglo XVII, por ejemplo, Galileo Galilei quedó hechizado por este fenómeno tras observar la oscilación de una lámpara de araña que colgaba de la Catedral de Pisa y desde aquel momento se dedicó a estudiar incansablemente las aplicaciones del péndulo como dispositivo para medir el tiempo. Mañas utiliza el mecanismo de una manera simbólicamente muy similar: «El péndulo es la metáfora visual y física de los flujos del tiempo y la comunicación. De alguna manera es un ejemplo de vida: si no hay comunicación, el péndulo se para».
Su segunda pieza para esta serie, Around a semantic game (Around: Un juego semántico), evidencia ya un fuerte interés por ocupar el espacio de otra manera más consciente y física mediante el uso de objetos cotidianos, así como otro avance en la exploración de la pareja movimiento-sonido, en apariencia analógica pero de origen digital. La pieza consta de una serie de mesas, cada una de ellas cubierta con un papel milimetrado que crean mecánicamente palabras cuando se sincronizan a través de un algoritmo, todo ello al son de un potente sonido parecido al de una máquina de escribir. Las mesas parecen una sobria instalación de escultura de carácter minimalista — con un uso de la repetición de elementos con ciertas resonancias al trabajo de Donald Judd o Carl Andre— hasta que son activadas por el movimiento y el sonido y pasan de ser una serie de objetos inanimados a convertirse en un grupo de personajes que llenan el espacio con sus relaciones interactivas y los sonidos que estas emiten, componiendo una enorme cacofonía. Lo que interesa especialmente a Mañas del uso de objetos es su participación en la teoría denominada «Internet de las cosas» y en las aplicaciones de la inteligencia artificial (la domótica, por ejemplo), todas ellas centradas en la gestión y la relación de datos con objetos físicos. «Desde hace bastante tiempo, esa relación es parte esencial de mi trabajo y me siento cómodo con esa búsqueda incansable de traducir e interpretar los datos, es divertido y lúdico. Lo interesante de la idea del «Internet de la cosas» es el patrón físico que se construye entre los objetos y los nodos y que pueden llegar a dar autonomía y vida a elementos del campo físico en respuesta a emociones y retóricas del campo virtual. Me atrae la sensación de conectividad junto a la idea de identidad global para toda y cada una de las cosas que forman nuestro mundo. Pero esta idea de identidad global también tiene una pega, ya que si puedes ser identificado, en cierto modo también puedes ser controlado. Eso me hace pensar en la idea de conectividad como una celda tecnológica autoimpuesta en la cual todo fluye con aspecto de libertad, digitalmente enmascarada y donde todos hacemos a la vez las funciones de celador y preso».
La tercera entrega de Around, mostrada el año 2013 en ARCO en la galería Rosa Santos y ganadora del premio BEEP de arte electrónico, representa quizá la materialización más ambiciosa y exitosa de este interés del artista por generar interacciones entre la red y los objetos. Systematic Ensemble: Around a way of reading (Conjunto sistemático: Sobre un modo de leer) es una instalación propiamente escultórica, un ensemble de unos ocho objetos conectados entre sí de manera cinética y, a su vez, de nuevo, con Twitter. Cuando el algoritmo diseñado por Mañas mediante código abiertoencuentra tuits con los hashtags #thinking, #perception y #aroundanobject, se genera un tipo de código morse que escribe los mensajes y los proyecta en la pared a través de un juego de proyectores analógicos, motores y luces. Esta tensión entre lo analógico, lo cinético y lo digital es particularmente productiva, como también lo es la coreografía de objetos y aparatos a priori tecnológicos, pero cuya vulnerabilidad y obsolescencia acaban ofreciendo el aspecto de una instalación con ecos de arte povera, que proyecta esa modesta poética de la precariedad y la contingencia.
Misticismo y racionalidad: Escuchando las voces de otros tiempos y lugares
Uno de los aspectos más interesantes de esta serie es el repetido uso de Twitter y los interrogantes que plantea en torno a conceptos como la información y la velocidad, ya que los programas diseñados por Moisés Mañas son fieles espejos del incansable y veloz flujo de esta red social. En el artículo Velocidad e información. ¡Alarma en el ciberespacio!, publicado en 1995, mucho antes de la web 2.0 y Facebook, Paul Virilio advertía ya de los riesgos intrínsecos de la instantaneidad y la omnipresencia ofrecidas por la red de redes:«El gran evento que se cierne sobre el siglo XXI en relación con esta absoluta velocidad es la invención de una perspectiva de “tiempo real” que superará la perspectiva de “espacio real”, que fue inventada por los artistas italianos del Quattrocento. Todavía no se ha enfatizado suficientemente cómo de profunda fue la revolución causada por la invención de la perspectiva para la ciudad, la política, la guerra y la economía en el mundo medieval». En un mundo hiperconectado a través del correo electrónico, Youtube e Instagram, por ejemplo, la simple noción de una perspectiva de tiempo y espacio real parece una pura utopía. Y ya lo advertía Virilio en ese mismo artículo, el peligro de prescindir de estas perspectivas reales no es otro que la absoluta pérdida de orientación: «Existir es existir in situ, aquí y ahora, hic et nunc. Esto es precisamente lo que está amenazando el ciberespacio y los flujos de información globalizados e instantáneos». Seguramente, hasta Virilio se haya sorprendido de la apabullante presencia de sus palabras: a mediados del año 2013, ¿queda alguien que exista in situ y hic et nunc?
A pesar del absoluto componente tecnológico y, por ende, racional y lógico, de la propuesta de Mañas, Arounddespierta una serie de preguntas más cercanas al misticismo y la espiritualidad que al mundo de las ciencias y las matemáticas. Las voces invisibles que pueblan sus piezas, por ejemplo, esos rastros (o restos) de actos comunicativos que generan a través de Twitter (¿casi como por arte de magia?) movimiento en objetos, habitan la galería las imágenes espectrales de las clásicas historias de terror. Su presencia es invisible, pero sus efectos en el plano visible y en los humanos que en él viven son definitivamente tangibles. Mañas se refiere a la conexión entre todos los elementos de sus piezas como a «un concierto algorítmico», pero cuanto más tiempo paso pensando en estas piezas, más tengo la sensación de estar presenciando un fenómeno, tanto visual como sonoro, de glosolalia: la pronunciación inteligible de sonidos parecidos a una lengua humana establecida pero que no lo es. Una farsa del lenguaje, un simulacro.
Las voces de Around crean una Torre de Babel donde la posibilidad de la comunicación en sí misma es mucho más importante que el objeto o el contenido de esa comunicación, lo que no deja de ser un homenaje, voluntariamente o no, al Marshall McLuhan de Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del ser humano, el ensayo seminal publicado en 1964 donde el teórico ofreció a las masas el quid de su pensamiento, contenido en su famoso aforismo «El medio es el mensaje». Los medios de comunicación afectan profundamente a la sociedad en la que se inscriben pero no por el contenido que transmiten, sino por las características del medio en sí, venía a decir McLuhan. Y curiosamente esta es una idea de gran influencia en otro artista del que tal vez Mañas haya aprendido o en el que se haya visto por momentos reflejado: Antoni Muntadas.
De la misma forma que Muntadas, Mañas usa las tecnologías de comunicación para tratar temas eminentemente humanos, mostrando los riesgos del uso de las tecnologías de comunicación como mecanismos de perpetuación de poder, la oscura cara de la moneda de una red de redes supuestamente basada en los principios de transparencia y democracia. Debatiendo sobre el repetido uso de Twitter en sus propuestas, le pregunto por la banalidad inherente al continuo stream de las redes sociales, donde importantes noticias políticas de última hora se mezclan, con vídeos de gatos o fotos de platos de comida tomadas durante las vacaciones creando un continuo homogéneo. A Mañas, la banalidad no le interesa más que en tanto en cuanto la universalidad de los mensajes mostrados facilita que el espectador conecte de una manera muy directa con sus piezas, como un lubricante conceptual. En cuanto a los comportamientos asociados a las redes sociales, Mañas se siente más atraído por la condición de voyeurs que a menudo asumen los usuarios, enganchados a consumir información sobre familia, amigos y otros (des)conocidos sin sentir necesidad alguna de contribuir. El artista habla de cómo se considera ya al scrolling (ir leyendo hacia abajo los news feed de las diferentes redes sociales) como un nuevo tipo de interacción y es una idea provocadora, ya que desafía las convenciones asociadas a los conceptos de participación y pasividad. La emancipación —dice Jacques Rancière en El espectador emancipado— empieza por el principio de igualdad. Cuando desestimamos la oposición entre mirar y actuar y comprendemos que la distribución de lo visible es, en sí misma, parte de la configuración de dominación y subordinación. Comienza cuando nos damos cuenta de que mirar es una acción que también confirma o modifica esa distribución y de que interpretar el mundo es otra manera de transformarlo. Las piezas de Around son una ventana abierta a interpretar las posibilidades, tanto positivas como negativas, ofrecidas por ese laberinto de redes en el que los humanos habitamos. Queda por ver en qué dirección, y en servicio de quién, seremos capaces de transformarlo.