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INSERTO
an earshare / to cassay the earthcrust, Graham Cunnington, Rachel Pimm

«Cada guijarro de la ribera de Orford Ness en Reino Unido es materia que absorbe y oculta impacto. Desde las mareas entrantes hasta…»
Músico experimental, artista sonoro, compositor y productor de música.…
Su trabajo busca el origen de las cosas, contando relatos materiales y…

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Esta película se disfruta mejor con los auriculares puestos.

Cada guijarro de la ribera de Orford Ness en Reino Unido es materia que absorbe y oculta impacto. Desde las mareas entrantes hasta las pruebas de armas nucleares, cada uno constituye un archivo del pasado geológico y de las historias militares de este entorno. El proyecto toma el material audiovisual y fotográfico del territorio como punto de partida, ampliando estas huellas históricas, y haciendo referencia a los comportamientos contradictorios de la física de partículas en la mecánica cuántica. A medida que los edificios vuelven a ser salvajes, la reserva natural reverdece el pasado militar. Los depósitos salinos escapan de las superficies de hormigón, los edificios estáticos lloran y sudan. La epigenética encarnada en la roca y el hormigón. Para completar la dualidad partícula-onda, Rachel Pimm colaboró con Graham Cunnington, miembro fundador del colectivo de música industrial Test Dept, para componer bandas sonoras de materia y antimateria considerando el guijarro impactado.

Una reverberación retrodispersa

Un guijarro se mueve por la superficie de una armería de hormigón abandonada en un paisaje posantropoceno, fragmentándose; creando y dispersando nuevas partículas de átomo y piedra. Un campo de reverberación explosivo que oscila en el tiempo. La piedra como testigo de la gran capacidad humana de creación y destrucción, la capacidad de, simultáneamente, apreciar la belleza trascendental de las cosas mientras se imaginan las formas posibles de destruirlo todo. Observar extraordinarios experimentos armamentísticos a través de una vibración extrema, fuerza de ariete y caída vertical que garantice la máxima cantidad de muertes. Las traumáticas cicatrices del impacto sobre el cráter de los guijarros. El oído paranoico, la niebla de la cobra, se retrodispersa más allá del horizonte, buscando señales que contengan murmullos de guerra o avisen del peligro potencial y un ataque repentino. Planificar la devastación para protegerse de la aniquilación mientras nos arrastramos hacia la ruina. El legado se extiende, resonando en tierras lejanas. La naturaleza es testigo de las persistentes resonancias en este inquietante lugar. Los minerales elementales escapan de su reclusión en el hormigón para volver a ser, una vez más, conchas, huesos, tierra y piedra, mientras el mar se acerca a la orilla, bordeando los estratos de guijarros e invadiendo poco a poco el territorio.

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